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¿EXISTE LA VERDAD?

Recientemente leí una frase que no por resultar "simpática" deja de ser una trampa.  Rezaba como algo así: "𝘊𝘢𝘥𝘢 𝘤𝘶𝘢𝘭 𝘵𝘪𝘦𝘯𝘦 𝘦𝘭 𝘥𝘦𝘳𝘦𝘤𝘩𝘰 𝘥𝘦 𝘱𝘦𝘯𝘴𝘢𝘳 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘭𝘦 𝘱𝘭𝘢𝘻𝘤𝘢. 𝘕𝘢𝘥𝘪𝘦 𝘦𝘴 𝘥𝘶𝘦ñ𝘰 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘷𝘦𝘳𝘥𝘢𝘥". Suena políticamente correcta pues, en su introducción,  defiende un derecho humano fundamental e inalienable: la libertad de pensamiento y, consecuentemente implícita, la de expresión. Pero su conclusión es falsa. La libertad de pensamiento y de expresión nada tiene que ver con poseer la propiedad de la Verdad. Conocer la Verdad implica conocer un vasto abanico de las realidades, muchas de las cuales escapan a las capacidades de comprensión del hombre en esta vida. Pero la conclusión que se deduce de la frase "nadie es dueño de la verdad" exalta el relativismo y, en definitiva, la no existencia de la verdad. Porque si una verdad no es absoluta, eterna y trascendente -aun tratándose de verdades científicas-...

NEGAR EL 𝘠𝘖

Centrar la vida en uno mismo es perderla. No se trata de egoísmo, una debilidad que ha sido compañera de la humanidad desde sus principios. Tampoco se trata de falta de altruismo, aunque el egocentrismo sea coadyuvante de esa falta de amor que genera. Poner el 𝘺𝘰 en primer lugar -y por encima de todo- lleva paradojalmente a perder la verdadera identidad. En otras palabras, a desnaturalizar al hombre. Empecemos por lo más elemental. Cuando uno se pone en el vértice de la realidad, cuando uno siente que nada existe por encima de uno ni nada que le condicione, es entonces que se visualiza como su propio creador, sustituyendo a Dios y, consecuentemente, la fuente de la cual abrevar la moral que le permita distinguir el bien del mal. Esto ya es, de por sí,  gravísimo. Porque el hombre se convierte así en juez y parte. Conforma su propio sentido del bien y el mal y  -renegando de Dios- trata de usurpar Su divina posición. De esta forma, en un proceso que ha durado décadas, comenza...

EVITEMOS EL ENGAÑO

Hablando de nuestros días, el Salvador habló a Sus discípulos como si estuviera haciéndolo a nosotros mismos en persona. La lectura de Sus palabras puede encararse no sólo como una advertencia respecto de la multiplicidad de creencias religiosas que abundarían en estos días.  Sus palabras pueden extenderse a los mesianismos modernos de nuestros días, sean credos, ideologías o filosofías de hombres. "Y muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán.  Y muchos falsos profetas se levantarán y engañarán a muchos.  Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará... ...porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá."¹ Esos falsos profetas a los que refiere la escritura bien pueden referirse a predicadores qué buscan lucro como también a todos quienes, mediante artículos y mucha palabrería, se presentan ante el mundo como "salvadores" portadores ...