EVITEMOS EL ENGAÑO

Hablando de nuestros días, el Salvador habló a Sus discípulos como si estuviera haciéndolo a nosotros mismos en persona.

La lectura de Sus palabras puede encararse no sólo como una advertencia respecto de la multiplicidad de creencias religiosas que abundarían en estos días. 

Sus palabras pueden extenderse a los mesianismos modernos de nuestros días, sean credos, ideologías o filosofías de hombres.

"Y muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. 

Y muchos falsos profetas se levantarán y engañarán a muchos. 

Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará...

...porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá."¹

Esos falsos profetas a los que refiere la escritura bien pueden referirse a predicadores qué buscan lucro como también a todos quienes, mediante artículos y mucha palabrería, se presentan ante el mundo como "salvadores" portadores de la verdad que lleva a la panacea de las sociedades, buscando en realidad lo que el adversario ofreció a Jesús en el desierto a cambio de que le adorase: poder, fama, riquezas y lujuria.

Profetas de la falacia, del relato que endulza la mente y ata a los hombres con cadenas invisibles que les inducen a lealtades que llegan al fanatismo.

"Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o allí, no lo creáis. 

Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos. 

He aquí, os lo he dicho antes. Así que, si os dijeren: He aquí está en el desierto, no salgáis; he aquí está en los aposentos, no lo creáis."²  

Falsos Cristos. Falsos profetas. ¿Servidores de quién? ¿Con qué fines?

Lo más triste de las advertencias de Jesús es que señaló que en algunos casos "engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos", a los que creen en la honestidad, en la integridad, aun en el anhelo sincero de hacer siempre el bien.

No se trata de juzgar a quienes caen en el engaño, pues sólo Dios es Juez. Aún Jesucristo rogó por quienes lo estaban crucificando: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen"³.

Pero -al decir de Pablo- debemos examinarlo todo⁴ y ser muy cautos de no caer en la trampa de relatos que nos lleven al desierto de la pobreza espiritual,  por más fuertes que nos sintamos en nuestras certezas cristianas.

El adversario es hábil en su labor de apartarnos de Dios y Sus verdades.


(1) Mateo 24:10-12;21

(2) Mateo 24:23-26

(3) Lucas 23:34

(4) Ver 1Tesalonisenses 5:21

Comentarios