¿QUÉ PAZ HEMOS DE ACEPTAR?
Leemos en las Escrituras: "...mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo."¹ ¿Por qué habría de turbarse nuestro corazón? ¿Por qué habría de tener miedo? ¿Será ante la eventualidad de recibir la paz como el mundo la da? Es muy loable desear la paz; incluso no quedarse sólo en el deseo sino trabajar por ella. Aparte del deleznable número de tiranos y déspotas que promueven guerras y miseria; aparte de otro tanto de delincuentes que violan la ley y causan tanto daño y dolor; existe una pléyade de discursos y buenas intenciones, de movimientos políticos y sociales, que tienen por norte buscar la paz del mundo, que cabría preguntarse si todos los esfuerzos invertidos en tan noble objetivo han resultado exitosos o no. Si -como establece el consejo divino- debemos juzgar todo por sus frutos², los miles de años que han transcurrido desde Adán hasta nuestros días parecen haber sido "infructuosos" para alcanzar esa paz que ...