LA RELACIÓN DE DIOS CON EL HOMBRE NO ES UN DOGMA

Existen conceptos que hoy parecen sonar fuera de tiempo. 

Pecado, arrepentimiento, salvación, resurrección, vida eterna y muchos más...

Todos ellos relacionados con la doctrina cristiana. Con frecuencia se los engloba a todos bajo el paraguas de "dogma", considerándolos "políticamente incorrectos" (por usar una frase de moda hoy en día).

Según la Real Academia Española dogma se define en una de sus acepciones como "Conjunto de creencias de carácter indiscutible y obligado para los seguidores de cualquier religión".

La verdadera religión, la que se funda en la Verdad no es dogmática. El porqué de esta aseveración se puede reducir a dos principios o postulados básicos:

Primero, es posible adquirir un conocimiento de la existencia de Dios¹, algo que podría comprenderse como un testimonio o certeza de Su existencia, basado en una experiencia personal intransferible pero real. 

En segundo lugar, el principio del albedrío, la libertad del hombre de elegir el curso de su vida, de poder decidir por su sola voluntad.

De estos dos principios se desarrolla  la cadena de conocimientos y experiencias que se desprenden de la vida religiosa, tal cual es posible concebirla a la luz de la doctrina cristiana.

Pedro afirmó el primer principio de la siguiente forma al sostener:

"un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, quien está sobre todos, y por todos y en todos vosotros."²

A lo cual agregó, como corolario:

"Pero a cada uno de nosotros dada fue la gracia conforme a la medida del don de Cristo."³

Esto muestra que la certeza o testimonio es entregado al hombre por Dios -es lo que se llama revelación- y sólo de esa manera es posible tener consciencia de esa divina existencia.

El segundo principio, el del libre albedrío, no sólo es condición necesaria para que el hombre progrese en el conocimiento del propósito de su existencia, sino que abre el método experimental como forma de relacionarse con Dios y con la realidad material y social que envuelve  al ser humano.

Jesucristo lo planteó de esta manera:

"Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió. El que quiera hacer la voluntad de él conocerá si la doctrina es de Dios o si yo hablo por mí mismo."⁴

Todo lo demás que pertenece a la doctrina cristiana se desprende de estos dos principios, como consecuencia lógica perfectamente discernible por la mente del hombre.

Por ejemplo, la obediencia a los mandamientos deviene del deseo del hombre de agradar a quien reconoce como su Creador y no como una obligación puesto que, en el ejercicio de su albedrio moral, puede escoger desobedecer (aunque luego no pueda escapar a las consecuencias de ello: perder las bendiciones concomitantes con la obediencia a un mandamiento) o ceñirse voluntariamente a la voluntad divina. Una voluntad divina que le viene a través de la oración (revelación personal) y las Escrituras y profetas pues "no hará nada Jehová el Señor sin que revele su secreto a sus siervos los profetas"⁵.

En definitiva TESTIMONIO+ALBEDRÍO MORAL que se acompañan de OBEDIENCIA VOLUNTARIA y REVELACIÓN desencadenan nuestra RELACION PRRSONAL CON DIOS y la CERTEZA necesarias para vivir el EVANGELIO:"las buenas nuevas de gran gozo"⁶.

Así que nada hay de dogma en la Palabra de Dios, tal cual Él la revela.


(1) Ello obviamente no es posible si uno adhiere a la "concepción materialista" de la existencia, negando que somos inteligencias dotadas de un cuerpo material.

(2) Efesios 4:5-6

(3) Íbid vers. 7

(4) Juan 7:16-17

(5) Amos 3:7

(6) Véase Lucas 2:10

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