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NUESTRA RELACION CON LA DIVINIDAD

Una fracción importante de la Humanidad se autodefine como cristiana. De acuerdo con el sitio statista.com¹, prácticamente un tercio de los habitantes del planeta profesan la religión cristiana. Según "el Center for Study of Global Christianity, a mediados de 2023 existían 47.300 denominaciones y ritos cristianos². Más allá del planteo de cuál iglesia o culto se deriva plenamente de las enseñanzas que Jesucristo proclamó durante Su ministerio terrenal; dejando a un lado la cuestión de que dicha profusión de credos cristianos no condice con el orden que uno esperaría de un Dios verdadero y viviente -Pablo enseñó "un Señor, una fe, un bautismo"-³, lo indiscutible es que Dios ama a Sus hijos y en Su sabiduría jamás sembrarla confusión entre Sus hijos respecto de Su doctrina o Su adoración. Es indudable que las enseñanzas de Jesucristo permean, en mayor o menor grado, esa diversidad de "denominaciones y ritos" a que refiere el informe del Center for Study of Global...

LA LOCURA DE CREER

El apóstol Pablo, un hombre que al principio no creía en Jesús y Su ministerio, luego de convertirse en discípulo Suyo, escribió a los cristianos de Corinto: "Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente."¹ Existen muchos conceptos trascendentes en su sentencia: la existencia de Dios, la necesidad del Espíritu Santo que da testimonio de la realidad y obras de nuestro Padre Celestial y Su Hijo Jesucristo, la naturaleza dual del hombre siendo un espíritu revestido de carne y huesos, la rebelión de quienes niegan a Dios -a los cuales por su conducta los califica como 𝘯𝘢𝘵𝘶𝘳𝘢𝘭𝘦𝘴- y la necesidad de que Dios se revele al hombre en una dimensión no física, apelando a los sentidos 𝘦𝘴𝘱𝘪𝘳𝘪𝘵𝘶𝘢𝘭𝘦𝘴 que el hombre posee aun cuando no sea consciente de ellos ni los haya podido desarrollado. Es llamativo cómo Pablo anota que para los incrédulos el Eva...

EL VALOR SUPREMO DEL MATRIMONIO

No importa cuán digno, fiel y obediente una persona haya sido, a menos que entre en el nuevo y sempiterno convenio del matrimonio , no puede alcanzar el grado más alto de la exaltación. Podrá entrar en otro grado menor del reino celestial, pero no en el más alto¹, donde a los cónyuges se les promete que llegarán a ser como Dios y su gloria "será una plenitud y continuación de las simientes por siempre jamás."² Por tanto, la elección del o la compañera eterna es la decisión más importante de la vida. Una vez tomada, se debe entregar el alma entera³ para que ese convenio celebrado en el Templo del Señor dé por fruto la vida eterna. El matrimonio es un jardín que debe cultivarse todos los días del año, en todo tiempo. Una pareja que se apegue a los consejos del Señor tendrá las mejores oportunidades de alcanzar el éxito en su matrimonio. Su vida no estará exenta de oposición, pero el Señor no los dejará "huérfanos"⁴. En ocasiones, puede acontecer el fracaso, a pesar de...