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¿QUÉ CELEBRAMOS EN LA NAVIDAD?

25 de diciembre.  Una fecha muy especial: NAVIDAD. En esa fecha, el mundo cristiano celebra el nacimiento de Jesucristo; un acontecimiento tan singular que hasta el tiempo se ha convenido en medirse tomando como referencia el día de Su advenimiento al mundo. Profetizado Su nacimiento  siglos antes de que aconteciera, por profetas que revelaron Su santa misión y la trascendentalidad de ella, el niño nacido en Belén representa lo mejor de la Humanidad, no sólo por Su divinidad sino también por Sus enseñanzas y ejemplo de vida. Más allá de que la Navidad ha ido perdiendo su valor espiritual para un mundo diverso que ha llenado su corazón de cosas vanas, Jesucristo y Su evangelio representan una singularidad sin parangón en la Historia. Su mensaje no sólo sigue vigente. Sigue siendo también el Camino para la salvación frente a las adversidades que nos acosan y ... frente a la muerte misma. Entonces, ¿qué celebramos en la Navidad? Celebramos el nacimiento de Jesús, que nos enseñó a...

LA DUDA Y EL DOGMA

Una actitud dogmática ante la vida va contra el progreso, sea cual sea el origen de ese dogma. Por eso, el gran desafío de la vida es investigar y encontrar las verdades que, a veces, no hallamos por vivir con los ojos y nuestra mente  cerrados. Desde ese punto de vista, la duda, en cuanto herramienta para motivarnos a saber por nosotros mismos, es no sólo útil, sino necesaria. No olvidemos, sin embargo, las limitaciones y debilidades del alma humana. No carguemos sobre nuestros hombros la pesada responsabilidad de querer averiguarlo todo por esfuerzo propio y poniendo en duda todo cuanto se nos presente. Es imposible navegar la vida en la soledad de la ignorancia o el miedo. Por ello nos ha dado el Salvador un Consolador -como Él le llamó-  "el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, [y] os enseñará todas las cosas"¹. Como también se nos ha afirmado que "por el poder del Espíritu Santo podr(emos) conocer la verdad de todas las cosas"². El pte. Russel...

VENCIENDO EL CAOS

No hay duda de que el caos domina el orden del mundo. Un caos donde un conjunto indefinido de centros de poder -porque unos se ocultan entre sombras, otros surgen como hongos después de la lluvia y otros actúan a la luz del día haciendo creer que persiguen fines altruístas- luchando entre sí, pero contribuyendo juntos en avanzar hacia la destrucción de la dignidad del ser humano. Esto podrá parecer duro, hasta apocalíptico. Pero es el resultado de la pérdida de valores morales y espirituales que Dios, creador de la vida y organizador del entorno que la cobija, legó a Sus hijos para que la existencia humana fuera una experiencia de gozo y armonía con Su propósito de llevar a cabo la inmortalidad y vida eterna de Sus hijos¹.   ¿Acaso es posible dudar de la existencia de ese caos a la luz de los acontecimientos que amenazan el diario vivir de los habitantes de este planeta? Basta leer las noticias con que despertamos cada día. Basta tomar conciencia de la incertidumbre en que viv...