CAMBIOS TRASCENDENTALES

Cualquiera que haya nacido a mediados del siglo pasado ha sido testigo de grandes cambios en el mundo. Cambios de la más variada naturaleza. 

Algunos pensarán que muchos de los grandes cambios han sido en la geopolítica, las ciencias, el clima, etc. 

Sin embargo, tal vez los más dramáticos se hayan dado en el orden moral. 

Por mencionar algunos: la despenalización del aborto junto con la concepción de que el mismo es un derecho humano;  la legalización de la comercialización y consumo de sustancias estupefacientes justificado en la posibilidad de su uso recreativo y la creencia de que, en esa forma, se combate más eficazmente el narcotráfico; la legalización de la eutanasia en muchos países, considerándola un medio eficaz  para disponer de una muerte digna;  y así, otra seguidilla de cambios que han dado vuelta la opinión mayoritaria de la sociedad en cuestiones trascendentales...

En realidad, lo que ha cambiado es la valoración de la moral, que ha perdido pie frente al materialismo, la irreligiosidad, el consumismo, la popularidad del llamado relativismo moral que no es otra cosa que dar carta libre a cualquier cosa que se desee justificar...

Todo ello sólo tiende a la destrucción de la moral, pues se desdibujan los límites entre el bien y el mal.

Esta desvalorización de la moral no es algo novedoso. Ha sucedido muchas veces en el pasado. Los resultados han sido catastróficos para las sociedades que la han experimentado. De hecho, eso mismo está aconteciendo hoy en muchas partes del mundo.

La cuestión radica en dónde encontrar la fuente de la moral. Lamentablemente, la diversidad de opiniones en cuanto a ello desecha toda posibilidad de que se la determine a partir del raciocinio humano.

Hasta que no se comprenda que la fuente de la moral está en Dios, y se siga buscando definir el bien y el mal de espaldas a Él, según el criterio del más fuerte o lo más popular, como sociedad nos veremos envueltos en una espiral degradante que para muchos podrá significar una exaltación de la libertad pero que,  en realidad, conduce a la esclavitud del alma.

En un mundo convulsionado no faltan tampoco quienes, en nombre de sus creencias, justifican y se embarcan en conductas que desvirtúan la fe en un Dios justo y amoroso, contribuyendo así al desprestigio de los valores morales tradicionales.

El verdadero cambio positivo que recompensa lo perdido, consiste en volver a los principios que Dios ha revelado al hombre. 

¿Han perdido, acaso, vigencia los Diez Mandamientos?

¿Han perdido su virtud las enseñanzas de Jesucristo?

¿Se ha olvidado Dios del hombre?

¿Hemos dejado de ser responsables ante Él por nuestros actos?

¿Acaso la muerte es el fin de la vida y, por ello, todo vale?

El fin ¿justifica los medios?

¡No! No es así. Lo que ocurre es que Dios no puede anular el albedrío del hombre ni intervenir en sus decisiones sin anular ese don. Pero tampoco el hombre puede, por sí mismo, escapar a las consecuencias de sus decisiones.

Así que la cuestión se reduce a saber elegir. Y decidir de qué lado se está.

Muchas son las voces que se oyen por doquier tratando de adoctrinar la sociedad. Como lo profetizó el propio Maestro:

"... porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá...
Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o allí [tal o cual Ideología, filosofía o supuesto camino salvador], no lo creáis.
Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos.
He aquí, os lo he dicho antes.
Así que, si os dijeren: He aquí está en el desierto, no salgáis; he aquí está en los aposentos, no lo creáis." 1

El consejo que realmente vale  nos dirige en otro sentido:
 
"Sí, venid a Cristo, y perfeccionaos en él, y absteneos de toda impiedad, y si os abstenéis de toda impiedad, y amáis a Dios con todo vuestro poder, mente y fuerza, entonces su gracia os es suficiente, para que por su gracia seáis perfectos en Cristo; y si por la gracia de Dios sois perfectos en Cristo, de ningún modo podréis negar el poder de Dios." 2

A lo cual tenemos la promesa:

"Y cuando recibáis estas cosas, quisiera exhortaros a que preguntéis a Dios el Eterno Padre, en el nombre de Cristo, si no son verdaderas estas cosas; y si pedís con un corazón sincero, con verdadera intención, teniendo fe en Cristo, él os manifestará la verdad de ellas por el poder del Espíritu Santo;
y por el poder del Espíritu Santo podréis conocer la verdad de todas las cosas." 3

(1) Mateo 24:21-26
(2) Moroni 10:32
(3) Moroni 10:4-5




 

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