NUEVAS CRIATURAS EN CRISTO

 

Pablo nos ha señalado un camino claro en la búsqueda de alcanzar el propósito de nuestra vida: convertirnos en nuevas criaturas en Cristo.

"De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas." 1

Para ello debemos proponernos y esforzarnos por vencer al hombre natural que llevamos dentro.

Ese cambio no se efectúa sin el deseo de cambiar y sin el poder de la gracia del Señor.

El verdadero cambio que nos convierte en nuevas criaturas en Cristo proviene del amor.

Ese amor por Dios y Su Hijo que llega hasta hacernos experimentar un dolor que sana, que libera; que resulta del esfuerzo consciente por progresar.

Así como el atleta que no se esfuerza más allá del umbral del dolor físico no logra superarse, así también es necesario experimentar ese dolor que vence al orgullo, y promueve la humildad imprescindible ante el Señor como precio para recibir de Su gracia. Teresa de Calcuta solía decir que "es necesario amar hasta que duela", y razón no le faltaba.

Ciertamente desprenderse del hombre natural "duele".

El fruto de nuestra relación con la Deidad resulta muy dulce cuando nos motiva a llenar nuestro corazón de gratitud; nuestro ser, de la seguridad que nos da depender de Su gracia y no de nuestra propia fuerza; y colma nuestra mente de la paz que sólo resulta de ser uno con Él.

Es imprescindible para nuestro progreso hacernos partícipes de ese cambio, sin el cual, no existiría la esperanza de una vida eterna.

(1) 2 Corintios 5:17

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