CONFIAR EN DIOS

Vivimos nuestra vida en riesgo, sumida en incertidumbre.

No se trata de asumir un pesimismo nihilista*. Se trata de reconocer que, por más que nos esforcemos, no podemos asegurar que viviremos sin problemas, dolores o enfermedades, oposición interminable o acompañados siempre por el fantasma de que, en cualquier momento, por circunstancias fortuitas e inesperadas, nuestra vida terrenal puede llegar a su fin por una enfermedad terminal, un accidente, un acto de violencia o algún cataclismo natural.

El riesgo de morir es inherente al acto de vivir; vivir es morir un poco cada día, pues toda vida llegará inevitablemente a su fin algún día.

¿Cuándo? ¿Cómo? Imposible saberlo. Eso significa vivir con una incertidumbre vital que nos envuelve.

Muchos vivimos evitando tomar conciencia de esta circunstancia. Practicamos lo que la sabiduría popular llama "esconder la cabeza dentro de un pozo", como el avestruz.

Otros, asumiendo la finitud de la vida, y sin la certeza de una resurrección universal de la cual Jesucristo fue "las primicias", viven su vida sumidos en filosofías centradas en sí mismos o en creencias que quitan trascendencia a su existencia.

Quienes tienen fe en un Dios creador de los cielos y la tierra, y todo cuanto en ellos hay;

Quienes creen en el origen divino de la vida y depositan su confianza en Jesucristo y Su doctrina;

Quienes ajustan  su conducta a  la voluntad de Dios hasta el límite de su capacidad , teniendo como norte Su palabra registrada en las Escrituras...

Esas personas viven con la esperanza de una vida más allá de la muerte, una vida inmortal adaptada a su grado de disposición de ser uno con su Creador.

Pero igual el temor existe aún siendo creyente en la inmortalidad del alma. No un miedo a lo desconocido, sino  a la posibilidad de que nuestra existencia terrenal se pueda terminar de manera abrupta, intempestiva, inesperada... ya sea la propia o la de un ser querido.

Cuán paradójico resultan los llamados seguros de vida. ¡En realidad no aseguran la vida! Solo garantizan para los deudos cierto grado de seguridad económica para enfrentar las consecuencias de la muerte de un ser querido.

Así también, una vida donde Dios no es el centro de la existencia, donde la esperanza en un Cristo Salvador es inexistente, puede llenar al incrédulo o al vacilante con filosofías y logros que , eufemísticamente, le prometen felicidad y un sentido de perpetuidad, cosa que realmente no pueden cumplir.

Nadie más solitario y abandonado a su vulnerabilidad, entremezclada con miedos conscientes o inconscientes, que el incrédulo que vive sin la esperanza de que la muerte no es el fin.

"...de modo que los que creen en Dios pueden tener la firme esperanza de un mundo mejor, sí, aun un lugar a la diestra de Dios; y esta esperanza viene por la fe, proporciona un ancla a las almas de los hombres y los hace seguros y firmes, abundando siempre en buenas obras, siendo impulsados a glorificar a Dios."1

¿Cuál es la clave para vivir una vida "en riesgo, sumida en incertidumbre",  ignorando nuestro futuro o sabiendo que inexorablemente vamos a morir y, sin embargo, sentir que vale la pena vivirla?

¿Cuál es la clave para vencer nuestros miedos, viviendo en armonía con nuestra esperanza de vencer la oposición que nos toque enfrentar?

En el Libro de Daniel, el relato sobre las experiencias de Sadrac, Mesac y Abed-Nego nos da indicios de cómo responder a esas interrogantes.

Antes las amenazas de muerte de parte del rey babilonio Nabucodonosor, ellos respondieron:

"...nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiente; y de tus manos, oh rey, él nos librará.

Y si no, has de saber, oh rey, que no serviremos a tus dioses ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado."2

Ese "y si no..." representa la evidencia contundente de que la fuerza de Sadrac, Mesac y Abed-Nego residía en su CONFIANZA  en Dios más  que en la creencia de que la voluntad de Dios sería siempre consecuente con los deseos de Sus hijos.

La vida es una escuela donde mucho de lo esencial se aprende fuera de la zona de confort. El verdadero secreto de triunfar radica en confiar que Dios, en Su infinita sabiduría, en tener la certeza de que Él sabe qué es lo que más nos conviene, desde Su perspectiva eterna.

Pues "...fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podáis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar."3

En una revelación dada por medio de José Smith a su hermano Hyrum Smith, en Harmony, Pensilvania, en mayo de 1829, el Señor aconseja:

"...Pon tu confianza en ese Espíritu que induce a hacer lo bueno, sí, a obrar justamente, a andar humildemente, a juzgar con rectitud; y este es mi Espíritu.

De cierto, de cierto te digo: Te daré de mi Espíritu, el cual iluminará tu mente y llenará tu alma de gozo;

y entonces conocerás, o por este medio sabrás, todas las cosas que de mí deseares, que corresponden a la rectitud, con fe, creyendo en mí que recibirás."4

He aquí la clave para vivir en paz, sin la angustia de tener que luchar contra la incertidumbre y lo inesperado, sin la esperanza de hallar las respuestas que buscamos.


*nihilismo: caracteristica de quien no cree en nada,  que adhiere a la idea de que la vida carece de sentido.

(1) Eter 12:4

(2) Daniel 3:17-18

(3) 1 Corintios 10:13

(4) Doctrina y Convenios 11:12-14

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