USANDO NUESTRO ALBEDRÍO
El mayor don que Dios ha otorgado a Sus hijos es el ejercicio del albedrío moral; es decir, el derecho a escoger entre el bien y el mal -de acuerdo a nuestro entender -sin que Él interfiera en nuestras decisiones. Parece una paradoja que el Dios que decretó mandamientos a través de Su palabra revelada, al mismo tiempo nos conceda obrar según nuestros deseos, llegando incluso a afirmar que Él "n(o) hace acepción de personas"¹. Pero no debemos confundirnos creyendo que nuestras acciones, deseos y pensamientos -aun dentro del ejercicio privilegiado de nuestro albedrío- están exentos de consecuencias. Todo ejercicio de nuestro albedrío, toda decisión que tomamos, toda elección que hacemos conlleva una consecuencia, para bien o para mal del futuro que tenemos por delante. Es la ley de la cosecha. Pues "Dios no puede ser burlado, porque todo lo que el hombre siembre, eso también segará"². Hacer uso de nuestra libertad para elegir implica enfrentar las consecuencias de n...