USANDO NUESTRO ALBEDRÍO

El mayor don que Dios ha otorgado a Sus hijos es el ejercicio del albedrío moral; es decir, el derecho a escoger entre el bien y el mal -de acuerdo a nuestro entender -sin que Él interfiera en nuestras decisiones.

Parece una paradoja que el Dios que decretó mandamientos a través de Su palabra revelada, al mismo tiempo nos conceda obrar según nuestros deseos, llegando incluso a afirmar que  Él "n(o) hace acepción de personas"¹.

Pero no debemos confundirnos creyendo que nuestras acciones, deseos y pensamientos -aun dentro del ejercicio privilegiado de nuestro albedrío- están exentos de consecuencias.

Todo ejercicio de nuestro albedrío, toda decisión que tomamos, toda elección que hacemos conlleva una consecuencia, para bien o para mal del futuro que tenemos por delante. 

Es la ley de la cosecha. Pues "Dios no puede ser burlado, porque todo lo que el hombre siembre, eso también segará"².

Hacer uso de nuestra libertad para elegir implica enfrentar las consecuencias de nuestras decisiones.

A ese respecto, como cristianos, tenemos ante nosotros dos caminos. 

Uno es el de sentirnos tan autosuficientes como para creernos capaces de elegir siempre lo correcto (que no siempre es lo que nosotros creemos más conveniente a nuestros intereses).

El otro es buscar la guía y consejo de Quien nos bendijo con el don de la libertad.

"Así pues, los hombres son libres según la carne; y les son dadas todas las cosas que para ellos son propias. Y son libres para escoger la libertad y la vida eterna, por medio del gran Mediador de todos los hombres, o escoger la cautividad y la muerte, según la cautividad y el poder del diablo; pues él busca que todos los hombres sean miserables como él."³

En palabras del presidente Russell M. Nelson:

"Cuando tomen decisiones, los invito a adoptar una perspectiva a largo plazo: una perspectiva eterna. Pongan a Jesucristo en primer lugar, porque su vida eterna depende de la fe en Él y en Su Expiación, y depende también de su obediencia a Sus leyes...

"Cuando afronten un dilema, ¡piensen de manera celestial! Cuando la tentación los ponga a prueba, ¡piensen de manera celestial! Cuando la vida o sus seres queridos los decepcionen, ¡piensen de manera celestial! Cuando alguien muera prematuramente, piensen de manera celestial. Cuando la enfermedad devastadora de alguien se prolongue, piensen de manera celestial. Cuando las exigencias de la vida los invadan, ¡piensen de manera celestial! Cuando se estén recuperando de un accidente o una lesión, como yo ahora, ¡piensen de manera celestial!"⁴

Muchas veces Dios no nos dirá qué hacer, otras tal vez  sí. Pero siempre nos enseñará a pensar, para que sepamos cómo tomar el mejor camino, para que sepamos cómo dejar absorber nuestra voluntad en la Suya⁵.


(1) Romanos 2:11

(2) Gálatas 6:7

(3) 2 Nefi 2:27

(4) Piensen de manera celestial, Conf. Gral. octubre 2023.

(5) Véase Mosiah 15:7


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