ENFRENTANDO NUESTROS DESAFÍOS

No importa cuánto peso tengamos encima, Dios no permitirá que la oposición sea más fuerte que la ayuda que Él pueda brindarnos, si se la pedimos; pues como dijo Jesús a Sus discípulos, "no [nos] dejará huérfanos".1

En otro pasaje de las Escrituras se nos advierte que "fiel es Dios, que no (n)os dejará ser tentados [probados] más de lo que pod(amos) resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que pod(amos) soportar."2

Nuestra actitud frente a las circunstancias que nos toca vivir es la que condiciona las consecuencias que esas circunstancias tendrán en nuestra vida.

En nuestra naturaleza humana tendemos a buscar el cumplimiento de nuestros deseos sean legítimos o no, olvidando que la vida -como se acostumbra a decir- no es "un lecho de rosas".

Si acaso lo fuera, olvidamos que junto con las rosas vienen las espinas. No existe tal cosa como una vida sin oposición, dificultades o pruebas. No solamente el éxito conduce al aprendizaje. Los fracasos también. Muchas lecciones de la vida sólo se aprenden del sufrimiento y el dolor.

¿Cómo es posible sobrellevar esos momentos de angustia, dolor, sentimientos de abandono hasta la desesperación, cuando sentimos que estamos sumergidos en nuestro propio Jardín de Getsemaní?

Así como el arrepentimiento puede obrar el milagro de que si "(n)uestros pecados [fueran] como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; aunque [fueran] rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana"3, mediante la fe en la gracia de nuestro Señor Jesucristo nuestra tristeza puede convertirse en gozo.

Gozo aún en medio de la aflicción, porque esa fe (confianza) en el amor y sabiduría de Dios para con nosotros, nos dotará de la esperanza para "resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes"4.

Por eso Pablo dice:

"Y [el Señor]me ha dicho: Te basta mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.

Por lo cual, por causa de Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte".5

Es por ello que la cuestión no es cuán grandes sean nuestros desafíos, sino qué hacemos o dejamos de hacer cuando los tenemos que enfrentar.

Pero siempre tengamos presente, que si somos fieles a nuestros convenios con Dios, viviremos con la promesa que declara el Señor en el libro de Isaías:

"No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te fortalezco; siempre te ayudaré; siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia." 6

(1) Juan 14:18

(2) 1 Corintios 10:13

(3) Isaías 1:18

(4) Efesios 6:13

(5) 2 Corintios 12:9-10

(6) Isaías 41:10

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