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Mostrando entradas de octubre, 2022

ENTRE LO COMÚN Y LO NORMAL

En el diccionario de la Real Academia Española leemos: Normal: Dicho de una cosa que, por su naturaleza, forma o magnitud, se ajusta a ciertas normas fijadas de antemano. Común: Corriente, recibido y admitido de todos o de la mayor parte. Para muchas personas, los términos común y normal les parecen sinónimos. A tal punto que la medida de la normalidad pasa por qué tan común resulta determinada acción, concepto, idea o postura. De hecho, es frecuente que se acepte como normal lo que simplemente es común , aunque desafíe o se oponga a normas que, en el pasado reciente o lejano, hayan regido la legitimidad o ilegitimidad de determinada situación. Lo cierto es que para que algo pueda entrar en la normalidad debería ceñirse a normas. Desde un punto de vista jurídico, las normas -que determinan la normalidad-  se definen como las reglas de la conducta justa, aquella que impele a hacer o a omitir hacer, para observar la justicia. Desde un punto de vista moral, las normas deter

LA FUENTE DE TODA RECTITUD

¿Por qué se nos manda predicar la palabra de Dios? ¿Por qué sentimos que debemos predicar el Evangelio Restaurado? Para que "hijos de los hombres... sean persuadidos a hacer el bien constantemente, a fin de que vengan a la fuente de toda rectitud y sean salvos". 1 Esa fuente es Jesucristo. Una fuente de modelo de vida, por Sus enseñanzas y Su impecable vida. Una fuente de buenos sentimientos, por el amor que nos da y nos motiva a compartir. Una fuente de poder, por Su gracia que derrama sobre nosotros para vencer las pruebas que debemos enfrentar. Una fuente de esperanza de un mundo mejor, por la confianza que siembra en nuestro corazón. Una fuente de certeza, por el testimonio que planta en nuestra alma. Una fuente de confianza, porque nunca ha dado ni nos dará un mandamiento, sin preparar una vía para que podamos cumplir lo que nos ha mandado. 2 Una fuente de virtud, pues si por seguirle "... pone(mos) toda diligencia en añadir a (nuestra) fe virtud;

AMAR Y PERDONAR

Durante el ministerio terrenal de Jesús, leemos acerca del siguiente acontecimiento: "Y uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó para tentarle, diciendo: Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento de la ley? Y Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante a este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas." 1 ¿Cómo amar a quienes cometen toda clase de iniquidades, muchas tan profundamente malas que no es posible pensar siquiera en ellas sin sentir horror? ¿ Cómo amar a quienes nos dañan o persiguen nuestra destrucción? Al comienzo de esta dispensación, el Señor le reveló al Profeta: "Por tanto, llamo a lo débil del mundo, a aquellos que son indoctos y despreciados, para trillar a las naciones por el poder de mi Espíritu." 2 Tal vez la respuesta a cómo amar sin distinción es