BANDERA ALTO EN EL MONTE SE IZÓ

No hay dudas en cuanto a que lo que más estorba el avance de los cambios sociales impuestos en el mundo, cambios que, en realidas, restauran la desnaturalización  del ser humano en cuanto a su linaje divino, es la Cristiandad.

Aun existiendo diversas interpretaciones sobre el contenido de las Escrituras y la relación del hombre con Dios, es posible resaltar en la Cristiandad la permanencia de valores como la defensa de la vida, de la familia tradicional, de la moral en cuanto a la sexualidad y el poder de procrear, de la libertad y del apego a una vida signada por los preceptos de Dios.

Por ello molesta tanto. Por esa razón se la combate, se la ridiculiza, y se la restringe al ámbito personal, no sea cosa de que recobre su "popularidad de antaño".

Basta ver que la gran mayoría de los cambios sociales promovidos en las últimas décadas entran en franca colisión con las enseñanzas de Jesucristo.

Ciertamente no todo lo que aduce seguir a Cristo es de Cristo.

El propio Señor nos advierte:"...guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces"¹.

Esos lobos disfrazados de corderos no hacen más que desprestigiar al Señor, pero su  falso ministerio no anula la verdad y virtud de las enseñanzas del Maestro.

Pero dejando de lado estas cuestiones, lo que sí importa, y mucho, es qué hacemos cada uno de nosotros por defender Sus enseñanzas, por aferrarnos a la Cristiandad en un mundo amenazante y en conmoción.

Refiriéndose a nuestros días, el Salvador enseñó a Sus discípulos :

"Mirad que nadie os engañe, 

porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo, y a muchos engañarán. 

Y oiréis de guerras y de rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es menester que todo esto acontezca...

Porque se levantará nación contra nación y reino contra reino; y habrá pestilencias, y hambres y terremotos en diferentes lugares...

Y muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. 

Y muchos falsos profetas se levantarán y engañarán a muchos. 

Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará."²

Y otra vez, en esta Dispensación, nos advierte:

"Y en ese día se oirá de guerras y rumores de guerras, y toda la tierra estará en conmoción, y desmayará el corazón de los hombres y dirán que Cristo demora su venida hasta el fin de la tierra.

 Y el amor de los hombres se enfriará, y abundará la iniquidad. 

Y cuando llegue el tiempo de los gentiles, resplandecerá una luz entre los que se asientan en tinieblas, y será la plenitud de mi evangelio..."³

Es nuestro deber, nuestra responsabilidad y, sobre todo, nuestro privilegio estar firmes en seguir Su palabra, en defender Sus valores, en consustanciarnos con Él.

La primera estrofa del himno N°4 (Bandera de Sión)exclama:

"Bandera, alto en el monte, se izó. Oh pueblo, contemplad; al mundo se alzó. En monte de Sión está; en alta cúspide se ̮eleva ya."

¿Cuál es esa bandera? ¿Qué colores y franjas lleva? ¿Dónde se la encuentra izada?

Nosotros somos esa bandera. Cada uno de nosotros la representa. No existe una bandera oficial de Sión (una bandera material que sea la de La Iglesia del Señor) porque cada uno de nosotros es Su bandera.

Nuestra vida, nuestras costumbres, nuestras creencias y valores, nuestro servicio desinteresado, nuestro amor por los hijos de Dios, nuestras oraciones y ofrendas, nuestro ejemplo de lealtad y compromiso con las enseñanzas de Jesús, la clase de discípulos que somos... todo ello y cada poro de nuestro ser puede  constituir los colores y las franjas de esa bandera.

Debemos izarla bien en alto a los ojos del mundo, para que Sión sea una luz y un refugio para "el alma que anhele la paz que hay en [el Señor]"⁴.


(1) Mateo 7:15

(2) Mateo 24:4-7, 10-12

(3) Doctrina y Convenios 45:26-28

(4) Himno 40, Qué Firmes Cimientos

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