EL CONTAGIO SOCIAL

¿Nos hemos preguntado alguna vez cómo es posible que personas inteligentes y con una sólida formación puedan adherir a hábitos probadamente perniciosos para la salud? Tal es el caso del tabaquismo, el alcoholismo o el uso recreativo de drogas.

¿Nos hemos preguntado alguna vez cómo es posible que la sociedad actual haya adoptado valores morales que son diametralmente opuestos a los que cultivaron nuestros abuelos?

¿Nos hemos preguntado por qué existen colectivos separados por una grieta insalvable, donde unos se ven a los otros como enemigos que se deben combatir, promoviendo diversas formas de violencia en lugar del sano debate o el imperio de la tolerancia a las ideas ajenas? Lo vemos a diario: en el fútbol, en la política, en las artes y los distintos movimientos contemporáneos que promueven sus posturas buscando prevalecer sobre las otras.

¿Nos hemos preguntado cómo es posible que el fanatismo prevalezca sobre la razón, el respeto y el amor que nos debemos como integrantes de la familia humana?

Existe un fenómeno  que ha sido estudiado recientemente, que consiste en la difusión de ideas, valores, conductas y hábitos que se adquieren por la interacción con grupos sociales o con la sociedad en su conjunto, aunque el individuo crea que al adoptarlos está en pleno ejercicio de su albedrío cuando, en realidad, sus decisiones están marcadas por factores ajenos a su voluntad, factores que devienen de la influencia que esa interacción ejerce sobre él.

A este fenómeno se le denomina 'contagio social' , por analogía con lo que sucede cuando una persona se contagia de un virus, sin saberlo, y se enferma a menos que tenga defensas contra él.

No quiere significar esta comparación que todo contagio social sea de carácter negativo. Existe el contagio positivo, como por ejemplo, la solidaridad hacia los más vulnerables, la preocupación por el cuidado del medio ambiente, de la salud personal, etc. 

Esta comparación simplemente refleja las causas por las cuales buena parte de la sociedad termina adhiriendo a manifestaciones sociales por el solo efecto de permearse de ellas.

Lo grave del asunto es que la existencia del contagio social tiene algunas características peligrosas para el caso de que sea perjudicial para el bienestar espiritual y temporal de la sociedad:

 - Es inconsciente, por lo cual la persona puede quedar expuesta a ser fácilmente manipulable.

 - Es engañosa, en tanto que, al ser contagiada, la  persona cree estar reforzando su albedrío, y reclamando un derecho que cree haber descubierto y defiende a toda costa, aun cuando ese supuesto derecho no tenga fundamento científico o biológico.

 - Moviliza grandes colectivos, por lo cual convalida argumentos por imposición de una mayoría militante, aunque los argumentos atenten contra los intereses del propio individuo.

 - En pleno siglo XXI cuenta con una invalorable herramienta: las redes sociales. Éstas se han convertido en el vector de propagación ideal de toda clase de ideas, opiniones y presiones, que masifican el contagio y, en manos inescrupulosas, pueden causar mucho daño y desviar la opinión pública en la dirección adecuada a intereses espurios. Por citar un ejemplo: las fake news (noticias falsas) y los trols¹.

¿Por qué funciona el contagio social? Básicamente el ser humano es gregario; es decir, necesita sentir que pertenece a un colectivo.

Por otro lado, dependerá del nivel de conciencia que tenga sobre este fenómeno,  de qué tan firmemente abrace sus valores y creencias, y qué tan influenciable sea.

¿Quiénes pueden ser pasibles del contagio social? En principio, cualquiera que no esté prevenido acerca de ese fenómeno.

¿Cómo protegernos del contagio social negativo? Podrían darse varias respuestas a esta interrogante.

Desde un punto de vista cristiano —la cristiandad es de las causas que más sufre por el uso de esta herramienta para así relegarla y eliminarla como actora social— esto es lo que podemos afirmar, citando las palabras del Salvador:

"Porque aquellos días serán de aflicción cual nunca ha habido desde el principio de la creación que Dios hizo, hasta este tiempo, ni la habrá...

Y entonces, si alguno os dijere: He aquí, aquí está el Cristo; o, he aquí, allí está, no le creáis.

Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y harán señales y prodigios para engañar, de ser posible, aun a los escogidos.

He aquí, os lo he dicho antes. Así que, si os dijeren: He aquí está en el desierto, no salgáis; he aquí está en los aposentos, no lo creáis."²

"Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres."³

Como cristianos, así es como debemos estar protegidos contra el contagio social de "Babilonia"⁴. El presidente Russell M. Nelson ha sido enfático en cómo vencer los peligros de este mundo en el cual vivimos. Nos ha dado 'la vacuna' que previene el contagio social que degrada.

Él nos ha exhortado en estos términos:

"...extiendo a los miembros de toda la Iglesia el mismo cometido que les di a nuestros jóvenes adultos el pasado mes de mayo. Los insté entonces —y se lo ruego a ustedes ahora— a hacerse cargo de su propio testimonio de Jesucristo y Su evangelio. Trabajen para conseguirlo; nútranlo de manera que crezca, aliméntenlo con la verdad. No lo mezclen con las filosofías falsas de hombres y mujeres incrédulos. Al hacer del fortalecimiento continuo de su testimonio de Jesucristo su prioridad mayor, observen cómo se producen milagros en sus vidas."⁵

En verdad, como testificó Pedro ante los gobernantes del pueblo y ancianos de Israel, sobre Jesucristo:

"Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos."⁶

     

(1) RAE: "usuario que publica mensajes provocativos, ofensivos o fuera de lugar con el fin de molestar, llamar la atención o boicotear la conversación."

También se refiere a gente contratada para difundir fake news.

(2) Marcos 13:21, 23-26

(3) Juan 8:21-32

(4) Véase Doctrina y Convenios 1:16

(5) Vencer al mundo y hallar descanso, Conf. Gral. octubre 2022

(6) Hechos 4:12

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