TESOROS OCULTOS EN LA BIBLIA (IV)

En 1845, Eliza R. Snow escribió un poema que luego se convertiría en el himno N°187 del himnario de la Iglesia.

El poema se titulaba "Mi Padre Celestial" y el himno, en su versión en español, se conoce como "Oh, Mi Padre".

En su tercera estrofa se lee:

"¿Hay en los cielos padres solos? Clara la verdad está; la verdad eterna muestra: madre hay también allá."

La verdad acerca de que junto a nuestro Padre Celestial se encuentra nuestra Madre Celestial constituye un hecho que debe haber sorprendido al mundo cristiano en la época de la Restauración, así como debe hacerlo hoy en día.

Es una doctrina singular, tal como la que aprendió José Smith a través de la Primera Visión al percibir que Dios es un ser de carne y huesos, a semejanza nuestra, pero un hombre exaltado y glorificado por las eternidades.

Encontramos también una clara referencia a nuestra Madre Celestial en "La Familia: Una Proclamación para el Mundo", emitida por la Primera Presidencia en 1995.

En su segundo párrafo, la Proclamación manifiesta:

"TODOS LOS SERES HUMANOS, hombres y mujeres, son creados a la imagen de Dios. Cada uno es un amado hijo o hija procreado como espíritu por padres celestiales..."

Aunque no existe una revelación oficial declarada por José Smith durante su ministerio terrenal, existen si varios testimonios de miembros y oficiales contemporáneos a él respecto de que José Smith enseñó acerca de la realidad de nuestra Madre Celestial.¹

En una de las Epístolas de Pablo, el Apóstol expresa:"Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón".²

Este versículo puede ser interpretado como que no es posible que el varón alcance la vida eterna, llegando a ser como Dios el Padre, sin una esposa exaltada a su lado.

Pero existe otro par de versículos en la Biblia, en los cuales es común pasar por alto dos de las enseñanzas fundamentales en cuanto a la Divinidad, Su naturaleza y la existencia de una Madre Celestial. Curiosamente,  dicho pasaje se encuentra prácticamente al principio de la Biblia.

"Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza... Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó."³

Antes de seguir, conviene que precisemos algunos de los términos de esos versículos.

La Escritura usa los términos "imagen" y "semejanza" seguramente para resaltar con más claridad la relación entre la Divinidad y el ser humano.

El término "imagen" nos induce a pensar en que si vemos dos cosas que son a imagen una de la otra, se trata de dos cosas que nuestros ojos percibirán como iguales.

Pero es claro que esa "creación a imagen" entre Dios y el hombre no puede concebirse en términos de igualdad total.

Es por eso que se agrega "y semejanza". Este último término nos lleva a entender que las dos cosas son distintas en algún aspecto.

Un poco de geometría podría aclararnos mejor esta distinción.

En geometría, se dice que dos triángulos son iguales si pueden superponerse uno sobre el otro, pues tienen los lados y los ángulos respectivos iguales.

Pero se dice que son semejantes si es posible establecer una correspondencia entre ambos que conserve su forma pero con tamaños distintos. Los dos triángulos parecen iguales, solo que uno está a una escala distinta del otro., por lo cual no pueden ser superpuestos uno sobre el otro, como en el caso anterior.

¿No ocurre lo mismo cuando pensamos en la Divinidad y el hombre?

José Smith escribió: "...digo que si fueseis a verlo hoy [al Padre], lo veríais en la forma de un hombre, así como vosotros os halláis en toda la persona, imagen y forma misma de un hombre.."

La cita completa dice: "¡Dios una vez fue como nosotros ahora; es un hombre glorificado, y está sentado sobre su trono allá en los cielos! Ese es el gran secreto. Si el velo se partiera hoy, y el Gran Dios, que conserva este mundo en su órbita y sostiene todos los mundos y todas las cosas con su poder, se manifestase a sí mismo, digo que si fueseis a verlo hoy, lo veríais en la forma de un hombre, así como vosotros os halláis en toda la persona, imagen y forma misma de un hombre; porque Adán fue creado a la misma imagen y semejanza de Dios, y de El recibió instrucciones, y anduvo y conversó con El, como un hombre habla y se comunica con otro ."⁴

A diferencia de nosotros, Dios es un hombre glorificado y nosotros no. Por eso fuimos creados a semejanza de Él. Pero si lo viéramos, lo veríamos en la forma de un hombre. Por eso fuimos creados a imagen de Él.

Pero aún hay más. Porque esa creación "a imagen y semejanza" menciona a dos sexos: varón y mujer.  O sea que en la Divinidad es posible distinguir dos sexos. En otras palabras, también tenemos una Madre Celestial.

¿No es clara la Escritura cuando la escudriñamos a la luz de las revelaciones del Evangelio Restaurado?

¿No está la Biblia en armonía con esas revelaciones?

Por supuesto que sí.


(1) Véase "Madre Celestial", Ensayos sobre temas del Evangelio, Biblioteca del Evangelio

(2) 1 Corintios 11:11

(3) Génesis 1:26-27

(4) Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 192

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