CUANDO CONTEMPLO TUS CIELOS...

"Cuando contemplo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, 

digo: ¿Qué es el hombre para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre para que lo visites? 

Pues le has hecho un poco menor que los ángeles,y lo coronaste de gloria y de honra. 

Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos;todo lo pusiste debajo de sus pies: 

ovejas y bueyes, todos ellos,y asimismo las bestias del campo, 

las aves de los cielos y los peces del mar;todo cuanto pasa por los senderos de los mares. 

Oh Jehová, Señor nuestro,¡cuán grande es tu nombre en toda la tierra!"¹

"Los cielos cuentan la gloria de Dios,y el firmamento proclama la obra de sus manos."²

¿Acaso no es un testimonio poderoso de la existencia de Dios, la Naturaleza y el orden que la rige? ¿Cómo es posible atribuirlo al azar?

¡Rompe la lógica, la intuición y todo razonamiento creer que de la nada pudieron organizarse la materia, los planetas y los astros, las galaxias y los agujeros negros, la energía que los sostiene y los mueve, la rotación de la Tierra y  las estaciones dando vida y variedad a nuestro hábitat! 

¡La vida y sus misterios, la concepción y el nacimiento, la muerte que apaga toda esperanza en el incrédulo, el aire que nos envuelve, y los mares y bosques que sustentan nuestro ecosistema!

Los reinos animal y vegetal, que embellecen la Tierra con su geografía majestuosa, los poderes que desatan las tormentas y los fenómenos volcánicas y sísmicos, las estrellas que pintan la noche, y la armónica danza del Sol y la Luna desplegando ante  nuestros ojos la belleza que nos rodea!

"...Oh las vanidades, y las flaquezas, y las necedades de los hombres! Cuando son instruidos se creen sabios, y no escuchan el consejo de Dios, porque lo menosprecian, suponiendo que saben por sí mismos..."³

Por más conocimiento científico que el hombre acumule sobre las leyes naturales que rigen el Universo -lo cual no deja de ser valioso para comprenderlo mejor-, jamás podrá descifrar los misterios de la vida, que permanecen irremediablemente ocultos de su percepción en su estadio mortal, "a menos que se someta al influjo del Santo Espíritu, y se despoje del hombre natural"⁴ y, aún en ese caso, le quedará mucho por aprender, que sólo logrará después de su pasaje a través de ese velo que limita la mortalidad de la eternidad.

Por más que se esfuerce por desentrañar el origen de la vida y los mundos, su labor será en vano, como vano fué el trabajo de los hombres de la antigüedad cuando, después del Dilivio. dijeron:"...Vamos, edifiquémonos... una torre cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, no sea que seamos esparcidos sobre la faz de toda la tierra"⁵.

Ya conocemos el resultado de semejante temeridad.

"[Pues] no (n)os engañ(emos); Dios no puede ser burlado..."⁶


(1) Salmos 8:3-9

(2) Salmos 19:1

(3) 2 Nefi 9:28

(4) Mosíah 3:19

(5) Génesis 11:4

(6) Gálatas 6:7

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