EL REINADO DEL HOMBRE NATURAL: ¿PARAÍSO O ESPEJISMO?

Ya hemos mencionado que en esta época de posmodernidad en que vivimos, el individuo sustituye la herramienta de la razón en su búsqueda por conocer la realidad -es decir, la verdad- por el camino de sus sentimientos. Deja de ver al mundo exterior con el ojo de la objetividad y el razonamiento, para basarse en su autopercepción, la cual está enraizada en sus sentimientos y deseos.

Esta afirmación es, desde luego, general. Caracteriza al ser humano contemporáneo promedio. Existen, obviamente, quienes no han sido absorbidos por la ola cultural de la posmodernidad, y no adhieren a sus ideologías, posturas y herramientas de cancelación, aspectos que caracterizan a quienes defienden a capa y espada los cambios instalados en el colectivo de la civilización occidental.

Esta concepción de la relación del individuo con la realidad -repetimos, basada en la autopercepción- conlleva grandes cambios en la vida de las sociedades.

En primer lugar, desecha las leyes naturales y las verdades científicas en pos de una visión engañosa de la vida, donde prevalece el relativismo moral: todo vale en tanto no se contradiga lo que  el sujeto cree autopercibir .

Al instaurarse el relato autoperceptivo, obligando a los demás a aceptar como verdades, falacias que deben tomarse como derechos conquistados, se nos obliga a todos a ser cómplices de esas falacias.

Se elimina así el sano debate basado en el respeto mutuo, pues el modelo autoperceptivo carece de bases reales defendibles, optando por la herramienta de la descalificación, degradando la libertad de opinar diferente, prohibiéndolo -a veces- hasta por vías legales. 

Otro resultado no menos trascendente e indeseable, es que las posibles identidades autopercibidas son tan variables y numerosas que -en los hechos- se pierde la identidad real y única del ser humano en tanto entidad ontológica¹, pues deja de existir un consenso acerca de su esencia verdadera. Así, la identidad del ser humano pasa a ser definida como una construcción social.

Este caso identitario ha sido profetizado desde hace más de dos siglos.

En el prefacio del Libro de los Mandamientos -hoy conocido como Doctrina y Convenios-, el Señor advierte:

"Por tanto, la voz del Señor habla hasta los extremos de la tierra, para que oigan todos los que quieran oír: Preparaos, preparaos para lo que ha de venir...

...vendrá el día en que aquellos que no oyeren la voz del Señor, ni la voz de sus siervos, ni prestaren atención a las palabras de los profetas y apóstoles, serán desarraigados de entre el pueblo [del Señor]...

... [y] todo hombre anda por su propio camino, y en pos de la imagen de su propio dios, cuya imagen es a semejanza del mundo y cuya substancia es la de un ídolo que se envejece y perecerá en Babilonia, sí, Babilonia la grande que caerá.²

¿Acaso no habla el Señor en los versiculos citados acerca de lo que está aconteciendo en estos días?  ¿No describe claramente la conversión del pueblo a la doctrina de la autopercepción ["todo hombre anda por su propio camino"], la creencia en el relato y el afán por los propios deseos que se convierten en un paraíso hecho espejismo ["en pos de la imagen de su propio dios"]?

Además, ¿no nos advierte también que "en es(te) día... el amor de los hombres se enfriará, y abundará la iniquidad"³, implicando, entre otras cosas, la herramienta de la cancelación como forma de rehuir el sano debate, repudiar los valores judeocristianos, el cuestionamiento del matrimonio tradicional, etc., etc.

Bien dijo el profeta Amós que "no hará nada Jehová el Señor sin que revele su secreto a sus siervos los profetas."⁴

La sección 1 de Doctrina y Convenios sobresale por su carácter profético y aplicación a nuestros días. Lamentablemente somos testigos de su cumplimiento y las consecuencias que predijo.

Es conveniente también recordar para qué se dio dicho prefacio, así como para qué se dieron los mandamientos y profecías contenidas en ese libro de escrituras.

"Por tanto, yo, el Señor, sabiendo las calamidades que sobrevendrían a los habitantes de la tierra, llamé a mi siervo José Smith, hijo, y le hablé desde los cielos y le di mandamientos;

y también a otros di mandamientos de proclamar estas cosas al mundo...

...para que cuando errasen, fuese manifestado;

y para que cuando buscasen sabiduría, fuesen instruidos; para que cuando pecasen, fueran disciplinados para que se arrepintieran; 

y para que cuando fuesen humildes, fuesen fortalecidos y bendecidos desde lo alto, y recibieran conocimiento de cuando en cuando."⁵

La invitación del Señor es volvernos a centrar en Él y en Sus leyes, no prestando atención a la falacia de que sólo el reinado del "hombre natural"⁶ puede traer la felicidad plena sobre la tierra.

Negar Sus verdades, siguiendo al hombre natural, sólo hará que olvidemos una verdad trascendental: que todos somos hijos de Dios.


(1) ontología: parte de la metafísica que trata del ser en general y de sus propiedades trascendentales (RAE) 

(2) Doctrina y Convenios 1:11-12, 14, 16

(3) Doctrina y Convenios 45:26-27

(4) Amós 3:7

(5) Doctrina y Convenios 1:17-18, 25-28

(6) Véase Mosíah 3:19

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