LA MENTIRA

No hay incauto mayor que el que busca la verdad en lo que quiere creer.

Y cuando lo encuentra dentro de sí, piensa que ha hecho un gran descubrimiento, y se alaba por ser tan "perspicaz".

Desde luego que termina pensando que su descubrimiento es irrefutable, en la medida que coincide con lo que creía de antemano.

Existen quienes se aprovechan de esta circunstancia repitiendo lo que los incautos quieren escuchar, adobado con lo que pretenden conseguir de ellos.

Cuando la mentira, hábilmente usada para alcanzar poder sobre el otro, se une a la ingenua creencia de que a través de lo que sentimos alcanzamos la verdad, tenemos la tormenta perfecta.

Es cierto que la mentira hiere al que la recibe, pero ensucia al que la propaga.

A pesar de ello, la mentira es una de las armas preferidas por quienes buscan ejercer dominio injusto sobre otras personas¹.

Saben que "una mentira repetida mil veces se convierte en verdad"², a los ojos de los incautos.

La mentira es un arma poderosa. Más masiva que las armas de guerra modernas. Más económica y más eficaz.

No en balde Dios incluyó entre sus Diez Mandamientos:"No dirás contra tu prójimo falso testimonio"³, ratificando luego Su aborrecimiento por la "lengua mentirosa"⁴.

Los que se valen de ella, saben que la mentira, cuando va acompañada de la lisonja, se fortalece y adormece las mentes débiles.

Por eso es que tantos creen en tantos relatos que tanto se alejan de la verdad. 

En los tiempos difíciles que vivimos, se hace imprescindible que aprendamos a juzgar con un juicio justo.

Juan exhorta a los cristianos en estos términos:"No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio."⁵

Necesitamos usar plenamente  nuestra capacidad de razonamiento para discernir la verdad de la mentira, y sobre todo, de esa mentira a medias, que es la  más peligrosa por su disfraz engañoso.

Necesitamos de las Escrituras, de las enseñanzas de los profetas vivientes y, sobre todo, de la guía del Espiritu Santo para juzgar con juicio justo y no ser llevados a caer en error.

No está demás volver a repetir la advertencia del 

Presidente Nelson M. Russell:

"En los días futuros, no será posible sobrevivir espiritualmente sin la influencia guiadora, orientadora, consoladora y constante del Espíritu Santo."⁶


(1) Véase Doctrina y Convenios 131:39

(2) Frase atribuída al ministro de Propaganda del Tercer Reich, Joseph Goebbels

(3) Éxodo 20:16

(4) Véase Provebios 6:17

(5) Juan 7:24

(6) Revelación para la Iglesia, revelación para nuestras vidas, Conf. Gral. abril 2018


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