CRISIS IDENTITARIA

Entre las características más resaltantes de los tiempos que vivimos se destaca la crisis identitaria que sobrevuela las sociedades contemporáneas.

Fruto de la postura que establece que la realidad del sujeto no se conoce a través de la revelación divina ("Dios ha muerto" nos dicen) ni del uso de la razón que provee la objetividad científica necesaria sino de la autopercepción, herramienta subjetiva elevada a la categoría de única fuente legítima respetuosa de los derechos inalienables del ser humano, reina hoy la certeza de que la identidad se "siente", se "autodefine" y que la dualidad varón-mujer ha perdido vigencia.

Cada persona es lo que cree ser, y esa naturaleza impuesta subjetivamente debe prevalecer independientemente de lo que nuestra constitución cromosómica establezca.

En definitiva, la identidad se construye. La construye cuando se decide quién uno se siente quien cree ser. 

Como consecuencia de esta proposición, la sociedad debe deconstruir el tradicional modelo de identidad y adaptarse a las corrientes prevalecientes, aunque sobre esto no exista consenso ni de parte de la ciencia  ni de muchos sectores de la sociedad. Por ello hablamos de crisis identitaria, a pesar de los cambios legislativos en la materia a nivel de muchos países establezcan paradigmas posmodernos.

Pero "la verdad es el conocimiento de las cosas como son, como eran y como han de ser"¹. 

Dios vive y "es el mismo ayer, y hoy y por los siglos"². Como Pablo, podemos testificar que lo que sabemos concerniente a nuestra naturaleza "ni lo recib(imos) ni lo aprend(imos) de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo"³.

¿Qué es lo que, como cristianos, sabemos?

Que no padecemos de crisis identitaria. Sabemos quiénes somos. 

No dudamos en "reclam(ar) el derecho de adorar a Dios Todopoderoso conforme a los dictados de nuestra propia conciencia, y concedemos a todos los hombres el mismo privilegio: que adoren [y crean] cómo, dónde o lo que deseen"⁴. En esto no asumimos actitudes discriminatorias ni cancelamos a nadie. Respetamos sin restricciones pero esperamos respeto recíproco.

Y esto es lo que sabemos:

"Todos los seres humanos, hombres y mujeres, son creados a la imagen de Dios. Cada uno es un amado hijo o hija procreado como espíritu por padres celestiales y, como tal, cada uno tiene una naturaleza y un destino divinos. El ser hombre o el ser mujer es una característica esencial de la identidad y del propósito premortales, mortales y eternos de la persona."⁵


(1) Doctrina y Convenios 93:24

(2) Hebreos 13:8

(3) Gálatas 1:12

(4) Artículo de Fe 11

(5) La Familia Una Proclamación para el Mundo

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