LA BATALLA CULTIRAL

Así como las virtudes cristianas representan el camino trazado por Jesús para alcanzar un triunfo eterno, el mundo profano nos rodea de sus antivalores, queriendo llenar nuestras vidas hasta el hartazgo de odios, furia, frustración, envidia, intolerancia, incitación a conductas que deshumanizan,   sublimizando hasta el colmo la enemistad con Dios.

Es descorazonador pensar en el colapso de la moral en un tiempo en que el adversario se vale de todos los medios a su alcance  " irrita(ndo) los corazones de los hombres, para que contiendan con ira unos con otros"¹.

Pero es lo que está aconteciendo en el mundo precisamente ahora. El crecimiento y progreso de la obra, promoviendo el Plan de Salvación instituido por Dios para la "inmortalidad y vida eterna"² del hombre, está acompañada del auge sin precedentes en la historia moderna de la profanidad que la enfrenta.

Entre la intelectuales de uno y otro signo -pues parece que siempre existirán "nefitas y lamanitas mundanos actualizados" en permanentes enfrentamientos- se libra una Batalla Cultural, a sabiendas de que la cuestión última radica en recoger más adeptos para una u otra posición, de las mil contiendas que enfrentan a los hombres entre sí, donde el relato aplasta a la realidad y a la objetividad de la razón.

Pero en realidad, no se trata meramente de una Batalla Cultural, aunque sus campos de batalla parezcan pertenecer a la filosofía, la política, los derechos humanos o simplemente, a la lucha inmemorial por "ejercer injusto dominio"³.

Sin embargo, la naturaleza real de esta batalla trasciende lo cultural, sin que ello implique restarle importancia a este aspecto.

El Señor reveló oportunamente que "para mí todas las cosas son espirituales"⁴. Por tanto, es más correcto hablar de Batalla Espiritual.

Esto no impide que, como cristianos fieles a las enseñanzas del Salvador, nos ciñamos y defendamos aquellos valores coincidentes con nuestro credo, valores  que están cuestionados, combatidos o cancelados por quienes promueven conductas y filosofías ajenas y disidentes con el Evangelio proclamado en las Santas Escrituras.

Hagámoslo con respeto. Hagámoslo con compasión por quienes están en error, y por quienes se dejan convencer por sus relatos. 

Sigamos el ejemplo del Salvador en la cruz: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen"⁵.

Sigamos Su admonición:

"Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra como heredad...

Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios"⁶.

A la vez, seamos -como nos exhortó nuestro Señor- "prudentes como serpientes y sencillos como palomas"⁷, porque perseguirán a los verdaderos discípulos de Cristo, sea por cancelación, vituperios o violencias en todo grado diverso:"Y seréis aborrecidos por todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, este será salvo"⁸.


Vivimos tiempos únicos. Vivimos tiempos difíciles. Estamos inmersos en una Batalla Espiritual. Vivimos en los últimos tiempos previos al Milenio glorioso.

Por un lado tenemos la promesa divina: "Pero mis discípulos estarán en lugares santos y no serán movidos..."⁹

Por otro, la solemne afirmación del Salvador: "En el mundo tendréis aflicción. Pero confiad; yo he vencido al mundo"¹⁰.

(1) 3 Nefi 11:20

(2) Moisés 1:39

(3) Doctrina  y Convenios 121:39

(4) Doctrina y Convenios 29:34

(5) Lucas 23:34

(6) Mateo 5:5,9

(7) Mateo 10:16

(8) Mateo 10:22

(9) Doctrina y Convenios 45:32

(10) Juan 16:33


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