SIEMPRE ALERTAS

Qué hermoso y aleccionador  es  el carácter,  naturaleza y amor de Jesucristo. 

Ciertamente, a tal punto nos  amó a todos que dio su vida por nosotros, y en lo que fue aún más glorioso, vivió el Getsemaní con humildad y sumisión a la voluntad del Padre.

Respecto de la conducta de Judas Iscariote, también podemos aprender una gran lección, que creo que se desprende de un magnífico discurso del élder Dieter F. Uchtdorf.¹

En ese mensaje, el élder Uchtdorf dice: 

"Durante mi capacitación para ser capitán de vuelo, tuve que aprender a pilotar un avión cruzando grandes distancias. Para volar sobre vastos océanos, cruzar extensos desiertos e ir de un continente a otro, se debe realizar una planificación cuidadosa con el fin de llegar a destino a salvo. Algunos de esos vuelos directos tienen una duración de hasta 14 horas y cubren unos catorce mil quinientos kilómetros.

"Durante vuelos tan largos, existe un punto comúnmente conocido como el punto de retorno seguro, en el cual se debe tomar una importante decisión. Hasta ese momento, el avión tiene el combustible necesario para dar vuelta y regresar al aeropuerto de partida con seguridad. Una vez que el piloto ha pasado el punto de retorno seguro, ha perdido esa alternativa y debe seguir adelante. Es por eso que se habla de ese punto como el punto sin retorno.

"Satanás, 'el padre de todas las mentiras' (2 Nefi 2:18), 'el padre de la contención' (3 Nefi 11:29), 'el autor de todo pecado' (Helamán 6:30) y el 'enemigo de Dios' (Moroni 7:12), utiliza las fuerzas del mal para convencernos de que ese concepto se aplica cada vez que pecamos. En las Escrituras se le llama 'el acusador' porque él desea que creamos que ya estamos fuera del alcance del perdón (véase Apocalipsis 12:10). Satanás quiere que pensemos que al pecar hemos rebasado el 'punto sin retorno' y que ya es demasiado tarde para cambiar de rumbo..."

Judas traspasó conscientemente el punto de retorno seguro, y desoyendo a Jesús, acabó traicionándolo.

¿Cómo se aplica a nosotros? Pues debemos estar alertas para que, a pesar de nuestras flaquezas y debilidades, jamás pasemos el punto de retorno seguro, como hizo Judas.

Jamás nos insensibilicemos frente a nuestros errores y pecados. Usemos siempre el arrepentimiento para rectificar el rumbo de nuestras vidas, y asegurarnos de tener el combustible necesario para vivir con la esperanza de llegar a nuestro destino eterno, fijado por nuestro Padre Celestial.


(1) "El Punto de Retorno Seguro", Conf. Gral. Abril 2007.

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