LA BATALLA ES REAL

En más de una de las producciones cinematográficas que han alcanzado fama y nominaciones a premios importantes -llegando a ganarlos inclusive- se presentan historias y personajes que van a contracara de valores que, hasta en un tono peyorativo, la crítica llama de "tradicionales", en contraposición a los "vanguardistas", que ya no lo son tanto, pues se han impuesto como una exitosa moda.

Es un hecho que la regla de medir valores por su popularidad prevalece en los ambientes académicos, sociales y culturales. 

Como la lluvia ligera y persistente que moja la tierra, pero la permea suavemente hasta llegar a las más profundas raíces -en este caso, de la cultura contemporánea- la constante presencia persuasiva, en los medios culturales, de valores contestarios de los tradicionales va coloreando el cielo de las mentes contemporáneas con diversidad de mensajes que las alejan de las enseñanzas nobles del Salvador.

Hoy en día, se  habla de una "batalla cultural" que se está librando en el mundo1, donde una parte promueve estratégicamente la aceptación social de conceptos, prácticas e ideologías foráneas al concepto de la moral cristiana, en tanto la otra intenta defender lo que ha sido la base y fundamento de la sociedad occidental: la familia tradicional y su valor formativo, la tolerancia y el respeto por las ideas ajenas, los derechos del que no está alineado con determinadas posturas sostenidas por minorías combativas, y la convivencia pacífica de partes divergentes pero de una misma naturaleza humana.

Esa batalla cultural es real, y todos -querrrámoslo o no- estamos inmersos en ella. No se puede optar por la neutralidad, pues está en juego el futuro de nuestros hijos y, en última instancia, el de la sociedad misma.

Se cuenta de unos padres que jamás desearon que su hijo siguiera la profesión de torero por los peligros que implicaba. Pero nunca le aleccionaron al respecto. Nunca promovieron en él, el conocimiento que poseían al respecto ni le motivaron a buscar otras alternativas de vida. "Dejemos que crezca, y luego que él decida", decían.

Hoy lloran su falta.

Este ejemplo ficticio no deja de ser didáctico. Si los padres no transmiten formación a sus hijos, el resultado muy probablemente sea bien distinto a lo que, en su legitimo derecho, desean para sus hijos, ejerciendo eso llaman "patria potestad" (derecho milenario también ampliamente cuestionado hoy en día).

Es claro que la libertad es también un derecho natural e inalienable. Pero se necesita criterio para ejercerlo con sabiduría. La cosecha de siglos de experiencia en cuanto a los resultados de su uso desenfrenado, aunque legítimo. es por demás clara.

"... andemos [pues] según [los] mandamientos [de Dios]... Porque muchos engañadores han salido al mundo, quienes no confiesan [a] Jesucristo... Mir(emos) por (n)osotros mismos, para que no perdamos las cosas que hemos logrado, sino que recibamos el galardón completo."2

 ¡No bajemos la guardia! La batalla cultural no está perdida en tanto exista un hogar donde Jesucristo y Sus enseñanzas sean recibidas con los brazos abiertos...


(1) "La Batalla Cultural", por Agustín Laje, escritor, politólogo y conferencista argentino

(2) 2 Juan 1:6-8


Comentarios