PUEDO PERO NO DEBO, DEBO PORQUE QUIERO

El título del artículo parece un trabalenguas, pero no lo es. Refleja la respuesta a muchas críticas que se hacen desde tiendas que combaten la religión judeocristiana, en particular.

A la religión se la tacha de dogmática. 

Según la definición del Diccionario de la Real Academia Española, dogma significa "Proposición tenida por cierta y como principio innegable" y "(un) conjunto de creencias de carácter indiscutible y obligado para los seguidores de cualquier religión".

Así definida, la religión parece ser dogmática. Tal vez en muchos casos lo sea, así como otras tantas ideologías existentes donde se penaliza la disensión o el cuestionamiento.

Pero "la religión pura y sin mácula"¹ de la que hablaba Santiago no puede entenderse en un sentido estrictamente racional-materialista, significando esto que la aproximación a ella deba realizarse en un plano meramente humano.

Obviamente la RAE debe adoptar una postura laica en su función de guardiana de la lengua española. Su definición evidentemente está empapada de un razonamiento estrictamente humano.

Pero como también señalaba Pablo a los corintios, él les hablaba "no con palabras enseñadas por humana sabiduría, sino con las enseñadas por el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual"².

Para aceptar la verdad revelada por Dios al hombre, es necesario reconocer la naturaleza espiritual de Su relación con él. Asimismo, la capacidad intrínseca del ser humano de percibir espiritualmente, aunque ella deba ser desarrollada previamente.

Por eso Pablo dice en una de sus epístolas:"...fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría [humana]"³.

La clave es el testimonio. El testimonio es "(el)

conocimiento y confirmación espiritual que da el Espíritu Santo... una declaración oficial o legal de lo que una persona percibe que es verdad"⁴.

Sin testimonio no hay conocimiento espiritual. Sin fe no hay testimonio.

Dicho esto, volvamos al título del artículo. 

Muchas personas, al enterarse de algunos detalles de nuestro credo como santos de los últimos días (SUD)⁵, nos dicen -a veces a manera de crítica o por señalar lo que creen una limitación a nuestras vidas- : "Pero Uds. no pueden ...", completándose la frase con "tomar café o té", "tomar bebidas alcohólicas", "fumar", etc., etc. En muchos casos parecen querer significar que nos están prohibidos ciertos placeres de la vida por el mero hecho de ser SUD.

Mi clásica respuesta es: "Te equivocas. Sí puedo... pero no debo".

En otras ocasiones, las interpelaciones vienen por el lado de afirmaciones sobre nuestros compromisos como miembros SUD: "Uds. están obligados a pagar la décima parte de sus ingresos como donativo a la Iglesia", " Uds. deben evitar las relaciones sexuales antes de contraer matrimonio", "sus jóvenes tienen que salir a predicar como misioneros dos años de su vida, interrumpiéndola en perjuicio de sus estudios o trabajo", etc., etc.

En este caso, mi clásica respuesta es: "Tienes razón. Pero nadie me obliga. Lo hago porque quiero. En mi libertad, elijo tal o cual conducta porque la siento mi deber, un deber que es mi compromiso con Dios".

¿Son dogmáticas estas respuestas? ¡No!

Son respuestas que manifiestan amor por Dios, y el anhelo de vivir en armonía con Su voluntad; pues se trata de Dios, no de un hombre, una ideología o una institución humana cualquiera.

Más allá de las debilidades naturales inherentes a nuestra condición humana, actuamos conforme a nuestro credo no por obligación, temor o ignorancia. 

Basados en el testimonio que nos provee nuestra fe, actuamos como lo hacemos, para manifestar nuestro amor a Quien más nos ama, a Aquel que amamos "porque Él nos amó primero"⁶.

(1) Santiago 1:27

(2) 1 Corintios 2:12

(3) Ibid versículo 1

(4) Guía para el Estudio de las Escrituras 

(5) es decir, miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

(6) 1 Juan 4:19

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