ELIJAMOS SABIAMENTE
El primer gran drama de la humanidad tuvo lugar antes del comienzo de la Historia.
En el Libro de Moisés, tenemos un breve relato de cómo se desarrolló ese momento crucial para nuestra existencia terrenal.
Aunque fue en el principio, cuando aún la Creación estaba sólo en los planes de nuestro Padre Celestial, el adversario de nuestra salvación y vida eterna ya tramaba nuestra destrucción espiritual, y con sus intenciones, procuraba frenar definitivamente nuestro progreso.
Dice al respecto la Escritura:
"Y yo, Dios el Señor, le hablé a Moisés, diciendo: Ese Satanás, a quien tú has mandado en el nombre de mi Unigénito, es el mismo que existió desde el principio; y vino ante mí, diciendo: Heme aquí, envíame a mí. Seré tu hijo y redimiré a todo el género humano, de modo que no se perderá ni una sola alma, y de seguro lo haré; dame, pues, tu honra.
Pero, he aquí, mi Hijo Amado, que fue mi Amado y mi Escogido desde el principio, me dijo: Padre, hágase tu voluntad, y sea tuya la gloria para siempre.
Pues, por motivo de que Satanás se rebeló contra mí, y pretendió destruir el albedrío del hombre que yo, Dios el Señor, le había dado, y que también le diera mi propio poder, hice que fuese echado abajo por el poder de mi Unigénito;
y llegó a ser Satanás, sí, el diablo, el padre de todas las mentiras, para engañar y cegar a los hombres y llevarlos cautivos según la voluntad de él, sí, a cuantos no quieran escuchar mi voz."¹
Está claro cuál era el Plan de Padre, qué era lo que defendió Jesucristo en ese Concilio y qué era lo que intentaba destruir el adversario de toda verdad.
Afirma también la Escritura: "Así pues, los hombres son libres según la carne; y les son dadas todas las cosas que para ellos son propias. Y son libres para escoger la libertad y la vida eterna, por medio del gran Mediador de todos los hombres, o escoger la cautividad y la muerte, según la cautividad y el poder del diablo; pues él busca que todos los hombres sean miserables como él."²
Existe en el mundo, desde aquél entonces, una falsa oposición entre la libertad - aquello por lo que Jesús se ofreció para ser el Salvador y el Padre aceptó Su ofrenda- y la igualdad, que mal entendida, lleva a los hombres a ser "miserables" como pretende el enemigo de Dios..
Por ello, debemos ser muy cautos. Cabe a cada uno de nosotros sopesar el mundo en el que vivimos, y las filosofías de los hombres que llegan a nuestros oídos con toda la lisonja que caracteriza la prédica de quien quiso quedarse con la honra del Padre, intentando atraernos a ideas de supuesta igualdad al precio de hipotecar o perder la libertad.
Jesús nos exortó a "juzgar con juicio justo"³, y a evitar ser engañados⁴, para lo cual no nos dejó huérfanos⁵ sino que envió al Espiritu Santo, quien nos enseña todas las cosas, nos recuerda todas las palabras de Jesucristo y la razón por la que Él se ofreció en Sacrificio Expiatorio.
De manera que al juzgar y decidir, elijamos sabiamente la libertad por encima de todo. Elijamos sabiamente "la libertad y la vida eterna, [que nos llega] por medio del gran Mediador de todos los hombres".
"El que tiene oídos para oír, [que] oiga."⁷
(1) Moisés 4:1-4
(2) 2 Nefi 2:27
(3) TJS Mateo 7:2
(4) Véase Lucas 21:8
(5) Véase Juan 14:18
(6) Véase Juan 14:26
(7) Mateo 13:9
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