ENCONTRAR A DIOS

𝘈𝘲𝘶𝘦𝘭 𝘷𝘪𝘦𝘫𝘰 𝘨𝘳𝘢𝘯𝘫𝘦𝘳𝘰 𝘩𝘢𝘣í𝘢 𝘭𝘭𝘦𝘷𝘢𝘥𝘰 𝘢 𝘴𝘶 𝘯𝘪𝘦𝘵𝘰 𝘩𝘢𝘴𝘵𝘢 𝘭𝘢 𝘩𝘶𝘦𝘳𝘵𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘤𝘶𝘭𝘵𝘪𝘷𝘢𝘣𝘢 𝘢 𝘭𝘰𝘴 𝘧𝘰𝘯𝘥𝘰𝘴 𝘥𝘦 𝘴𝘶 𝘷𝘪𝘷𝘪𝘦𝘯𝘥𝘢.

-¿𝘝𝘦𝘴 𝘦𝘴𝘵𝘢 𝘩𝘶𝘦𝘳𝘵𝘢?-, 𝘱𝘳𝘦𝘨𝘶𝘯𝘵ó 𝘢 𝘴𝘶 𝘯𝘪𝘦𝘵𝘰. -𝘊𝘢𝘥𝘢 𝘱𝘭𝘢𝘯𝘵𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘷𝘦𝘴 𝘯𝘢𝘤𝘪ó 𝘥𝘦 𝘶𝘯𝘢 𝘴𝘦𝘮𝘪𝘭𝘭𝘢.

-𝘋𝘦 𝘮𝘢𝘯𝘦𝘳𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘪 𝘲𝘶𝘪𝘦𝘳𝘰 𝘶𝘯𝘢 𝘱𝘭𝘢𝘯𝘵𝘢 𝘥𝘦 𝘧𝘳𝘶𝘵𝘪𝘭𝘭𝘢, ¿𝘥𝘦𝘣𝘰 𝘱𝘭𝘢𝘯𝘵𝘢𝘳 𝘶𝘯𝘢 𝘴𝘦𝘮𝘪𝘭𝘭𝘢?

-𝘈𝘴í 𝘦𝘴- 𝘳𝘦𝘴𝘱𝘰𝘯𝘥𝘪ó 𝘦𝘭 𝘷𝘪𝘦𝘫𝘰 𝘨𝘳𝘢𝘯𝘫𝘦𝘳𝘰.

𝘌𝘭 𝘵𝘪𝘦𝘮𝘱𝘰 𝘱𝘢𝘴ó

𝘜𝘯 𝘥í𝘢 𝘦𝘭 𝘯𝘪ñ𝘰 𝘭𝘭𝘢𝘮ó 𝘢 𝘴𝘶 𝘢𝘣𝘶𝘦𝘭𝘰 𝘺 𝘭𝘰 𝘤𝘰𝘯𝘥𝘶𝘫𝘰 𝘢𝘭 𝘩𝘶𝘦𝘳𝘵𝘰.

-𝘈𝘣𝘶𝘦𝘭𝘰: 𝘩𝘢𝘤𝘦 𝘶𝘯 𝘵𝘪𝘦𝘮𝘱𝘰 𝘱𝘭𝘢𝘯𝘵é 𝘶𝘯𝘢 𝘴𝘦𝘮𝘪𝘭𝘭𝘢 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘵𝘦𝘯𝘦𝘳 𝘶𝘯𝘢 𝘱𝘭𝘢𝘯𝘵𝘢 𝘥𝘦 𝘧𝘳𝘶𝘵𝘪𝘭𝘭𝘢, 𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘤𝘳𝘦𝘤𝘪ó 𝘦𝘯 𝘴𝘶 𝘭𝘶𝘨𝘢𝘳 𝘶𝘯𝘢 𝘩𝘪𝘦𝘳𝘣𝘢 𝘥𝘦 𝘦𝘴𝘢𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘵ú 𝘥𝘦𝘴𝘦𝘤𝘩𝘢𝘴.

𝘌𝘭 𝘢𝘣𝘶𝘦𝘭𝘰 𝘮𝘪𝘳ó 𝘤𝘰𝘯 𝘵𝘦𝘳𝘯𝘶𝘳𝘢 𝘢 𝘴𝘶 𝘯𝘪𝘦𝘵𝘰.

-𝘔𝘪𝘳𝘢-, 𝘥𝘪𝘫𝘰 𝘩𝘢𝘤𝘪𝘦𝘯𝘥𝘰 𝘶𝘯𝘢 𝘱𝘢𝘶𝘴𝘢. -𝘚𝘪 𝘥𝘦𝘴𝘦𝘢𝘴 𝘶𝘯𝘢 𝘱𝘭𝘢𝘯𝘵𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘱𝘳𝘰𝘥𝘶𝘻𝘤𝘢 𝘧𝘳𝘶𝘵𝘪𝘭𝘭𝘢 𝘥𝘦𝘣𝘦𝘴 𝘴𝘦𝘮𝘣𝘳𝘢𝘳 𝘶𝘯𝘢 𝘴𝘦𝘮𝘪𝘭𝘭𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘨𝘦𝘳𝘮𝘪𝘯𝘦 𝘦𝘯 𝘶𝘯𝘢 𝘱𝘭𝘢𝘯𝘵𝘢 𝘥𝘦 𝘧𝘳𝘶𝘵𝘪𝘭𝘭𝘢. 𝘕𝘰 𝘤𝘶𝘢𝘭𝘲𝘶𝘪𝘦𝘳 𝘴𝘦𝘮𝘪𝘭𝘭𝘢.


Indudablemente la vida de Jesús está llena de enseñanzas. A veces pasamos por alto que algunas de ellas que pertenecen a su más tierna infancia.

Hablando del niño Jesús, Lucas cuenta que "el niño crecía, y se fortalecía y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él."¹

Juan dio testimonio sobre el progreso del Mesías durante Su ministerio terrenal:

"Y yo, Juan, vi que no recibió de la plenitud al principio, mas recibía gracia sobre gracia; y no recibió de la plenitud al principio, sino que continuó de gracia en gracia hasta que recibió la plenitud; y por esto fue llamado el Hijo de Dios, porque no recibió de la plenitud al principio."²

Esta manera de crecer en el conocimiento de las verdades de Dios, de progresar espiritualmente, es un principio básico en Plan de Salvación. 

"Daré a los hijos de los hombres línea por línea, precepto por precepto, un poco aquí y un poco allí; y benditos son aquellos que escuchan mis preceptos y prestan atención a mis consejos, porque aprenderán sabiduría; pues a quien reciba, le daré más; y a los que digan: Tenemos bastante, les será quitado aun lo que tuvieren."³

Este principio es de aplicación general, tanto para el cristiano que se esfuerza por "perfecciona(rse) en Cristo"⁴ como para quien investiga con sinceridad teniendo el deseo de encontrar a Dios en su vida.

Este proceso de encontrar a Dios es un proceso gradual para quien aún no tiene la certeza de Su realidad. Paso a paso se va atravesando el velo que cubre los ojos. Paso a paso se va reconociendo esa certeza inefable que va impregnando la conciencia y el corazón del investigador genuino.

Alma describió el proceso de conversión comparándolo con el crecimiento de una semilla.

"Compararemos, pues, la palabra a una semilla. Ahora bien, si dais lugar para que sea sembrada una semilla en vuestro corazón, he aquí, si es una semilla verdadera, o semilla buena, y no la echáis fuera por vuestra incredulidad, resistiendo al Espíritu del Señor, he aquí, empezará a hincharse en vuestro pecho; y al sentir esta sensación de crecimiento, empezaréis a decir dentro de vosotros: Debe ser que esta es una semilla buena, o que la palabra es buena, porque empieza a ensanchar mi alma; sí, empieza a iluminar mi entendimiento; sí, empieza a ser deliciosa para mí. 

"He aquí, ¿no aumentaría esto vuestra fe? Os digo que sí; sin embargo, no ha llegado a ser un conocimiento perfecto. 

"Mas he aquí, al paso que la semilla se hincha y brota y empieza a crecer, entonces no podéis menos que decir que la semilla es buena; pues he aquí, se hincha y brota y empieza a crecer. Y, he aquí, ¿no fortalecerá esto vuestra fe? Sí, fortalecerá vuestra fe, porque diréis: Sé que esta es una buena semilla; porque, he aquí, brota y empieza a crecer. 

"Y he aquí, ¿estáis seguros ahora de que es una semilla buena? Os digo que sí; porque toda semilla produce según su propia especie. 

"Por tanto, si una semilla crece, es semilla buena; pero si no crece, he aquí que no es buena; por lo tanto, es desechada. 

"Y he aquí, por haber probado el experimento y sembrado la semilla, y porque esta se hincha, y brota, y empieza a crecer, sabéis por fuerza que la semilla es buena."⁵

La fe, que es el camino para conocer a Dios, ha sido definida como "la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve"⁶.

Sin embargo, se alcanza como quien planta una semilla, la semilla adecuada. Crece como lo describe Alma. Se requiere cuidarla, cultivarla y, por sobre todo, dejar que el deseo de encontrar a Dios germine a través de vivir según Su palabra.

Como nos lo mostró Jesús:  "El que quiera hacer la voluntad de él conocerá si la doctrina es de Dios o si yo hablo por mí mismo."⁷

La promesa de Santiago se ha mantenido a través de los siglos y sigue vigente hoy:

"Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, quien da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. 

"Pero pida con fe, no dudando nada, porque el que duda es semejante a la ola del mar, que es movida por el viento y echada de una parte a otra.

"No piense, pues, ese hombre que recibirá cosa alguna del Señor."⁸


(1) Lucas 2:40

(2) Doctrina y Convenios 9:12-14

(3) 2 Nefi 28:30

(4) Moroni 10:32

(5) Alma 32:28-33

(6) Hebreso 11:1

(7) Juan 7:17

(8) Santiago 1:5-7

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