NUESTRA RELACION CON LA DIVINIDAD
Una fracción importante de la Humanidad se autodefine como cristiana. De acuerdo con el sitio statista.com¹, prácticamente un tercio de los habitantes del planeta profesan la religión cristiana.
Según "el Center for Study of Global Christianity, a mediados de 2023 existían 47.300 denominaciones y ritos cristianos².
Más allá del planteo de cuál iglesia o culto se deriva plenamente de las enseñanzas que Jesucristo proclamó durante Su ministerio terrenal; dejando a un lado la cuestión de que dicha profusión de credos cristianos no condice con el orden que uno esperaría de un Dios verdadero y viviente -Pablo enseñó "un Señor, una fe, un bautismo"-³, lo indiscutible es que Dios ama a Sus hijos y en Su sabiduría jamás sembrarla confusión entre Sus hijos respecto de Su doctrina o Su adoración.
Es indudable que las enseñanzas de Jesucristo permean, en mayor o menor grado, esa diversidad de "denominaciones y ritos" a que refiere el informe del Center for Study of Global Christianity.
Un aspecto central de la adoración cristiana radica en cómo desarrolla cada persona su relación personal con Dios.
Desde el momento en que como cristianos creemos en un Dios; que Él posee todos los atributos divinos (omnisciente, todopoderoso, omnipresente, lleno de un amor que no llegamos a entender plenamente y así sucesivamente) es necesario que establezcamos con Él una relación estrecha, personal y de características evidentemente especiales.
Las palabras que vienen a la mente son:
- compromiso con Su voluntad,
- confianza (fe) en Su obrar, aun no llegando a entender Sus pensamientos que son infinitamente más altos que los nuestros,
- gratitud por habernos dado la vida y Sus bendiciones
y
- el deseo de volver a su presencia una vez que, por el Sacrificio Expiatorio de Jesucristo, nos hagamos merecedores de la vida eterna a condición de nuestro arrepentimiento sincero y la obediencia a Sus mandamientos.
En esto debería consistir nuestra relación con Él y Su Hijo, nuestro Salvador.
Pero... ¿qué clase de relación tenemos con Él?
Las siguientes palabras del presidente Russell M. Nelson son esclarescedoras:
"La pregunta para cada uno de nosotros, independientemente de la raza, es la misma. ¿Estás dispuesto a dejar que Dios prevalezca en tu vida? ¿Estás dispuesto a permitir que Dios sea la influencia más importante en tu vida? ¿Permitirás que Sus palabras, Sus mandamientos y Sus convenios influyan en lo que haces cada día? ¿Permitirás que Su voz tenga prioridad sobre cualquier otra? ¿Estás dispuesto a permitir que todo lo que Él necesite que hagas tenga prioridad sobre cualquier otra ambición? ¿Estás dispuesto a que tu voluntad sea absorbida en la de Él?"⁴
Tal vez la amonestación más fuerte contra el cristianismo pasivo, indiferente, aquel que sólo se acuerda de Dios en las tribulaciones, provenga del mismísimo Jesús al advertirle a los miembros de la Iglesia en Laodicea:
"Yo conozco tus obras, que no eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero porque eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca."⁵
En realidad, nadie de nosotros puede "tirar la primera piedra"⁶ alegando una perfección de la cual carecemos como seres mortales.
Nuestras debilidades nos atan al error, del cual nos liberamos sólo por una relación apropiada con la Divinidad, mediante humildad y arrepentimiento sinceros.
Por eso Pablo afirma: "Y me ha dicho[Jesús]: Te basta mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo."⁷
Por tanto, la cuestión no reside en ser perfectos sino en ser íntegros con la fe y conocimiento que hemos acumulado a lo largo de nuestras vidas.
Al fin y al cabo, nuestro camino a la vida eterna es uno muy largo que sólo podremos transitar exitosamente en compañía de nuestro Salvador, y fieles a los convenios que establecemos con Él y Su Padre.
(1) "una plataforma global de datos e inteligencia empresarial con una amplia colección de informes, estadísticas e información sobre más de 80.000 temas", https://es.statista.com/acercadenosotros/
(2) Fuente: lausanne.org
(3) Efesios 4:5
(4) Que Dios prevalezca, Conf. Gral. octubre 2020
(5) Apocalipsis 3:15-16
(6) Véase Juan 6:7
(7) 2 Corintios 12:9
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