LA FAMILIA
"Una estructura reticular o
reticulada (también conocida como estructura de barras) está formada por un
conjunto de barras interconectadas y entrecruzadas unidas por medio de nudos
articulados o rígidos formando triángulos."1
Una de las creaciones más emblemáticas
de la Ingeniería Civil es la estructura reticular. Ella permite construir
puentes, edificios, y todo tipo de aplicaciones que necesitan de formas
autosostenidas resistentes a los diversos esfuerzos a los que se vean
expuestos, y la capacidad de resistir el paso del tiempo.
Una estructura reticular, con el
adecuado diseño, el empleo de componentes resistentes, un procedimiento
constructivo seguro y un persistente mantenimiento de sus partes, resulta en
una unidad perdurable a través del tiempo.
Los elementos de una estructura
reticular, como en el caso de un puente (ver foto), pueden tener distintas
dimensiones, orientación y forma de unirse a los demás elementos. Pero cada uno
es imprescindible para la estabilidad de ésta y aporta su propio esfuerzo al
propósito de eternizar la estructura, por así decirlo. La calidad de los nudos
también es decisiva para esa estabilidad.
Si alguna de esas barras faltase, o si
cediera a los esfuerzos que es sometida perdiendo su rigidez, toda la
estructura se vería comprometida y seguramente colapsaría ante el mínimo empuje
de un viento fuerte, un peso sobre su plataforma o cualquier otra circunstancia
que demandase resistir un esfuerzo sobre ella.
Las familias son como las estructuras
reticuladas. Para extender aún más la semejanza, podríamos decir que las
familias son como puentes que nos llevan a la eternidad.
Sí. Las familias pueden ser eternas.
Dependerá de cada uno de sus integrantes, cual barras de una estructura
reticular, su capacidad de resistir las pruebas de la vida, las adversidades y
los dardos del enemigo de toda verdad, para cumplir su cometido de puente a la
vida eterna.
A su vez su diseño también importa. Así
como es imprescindible que la estructura reticulada de un puente sea diseñada
por un experto, la familia necesita de un diseño perfecto para perdurar por
siempre.
Ese diseño fue instituido por Dios. En
Su plan, las familias constituyen la unidad fundamental de la Creación:
"...el matrimonio entre el hombre
y la mujer es ordenado por Dios y que la familia es fundamental en el plan del
Creador para el destino eterno de Sus hijos...
"La familia es ordenada por Dios.
El matrimonio entre el hombre y la mujer es esencial para Su plan eterno. Los
hijos merecen nacer dentro de los lazos del matrimonio y ser criados por un
padre y una madre que honran sus votos matrimoniales con completa fidelidad. La
felicidad en la vida familiar tiene mayor probabilidad de lograrse cuando se
basa en las enseñanzas del Señor Jesucristo. Los matrimonios y las familias que
logran tener éxito se establecen y se mantienen sobre los principios de la fe,
de la oración, del arrepentimiento, del perdón, del respeto, del amor, de la
compasión, del trabajo y de las actividades recreativas edificantes."2
Este es el diseño perfecto para la
familia, un diseño perfecto creado por un Ser perfecto.
Así como cada integrante de la familia
constituye una "barra" imprescindible del reticulado que la sostiene,
cada "nudo" de esa estructura está constituida por el amor que une a
ese grupo de hijos espirituales que Dios ha formado al enviarlos a este mundo.
"El amor puro de Cristo debe
penetrar el corazón de los integrantes de nuestra familia...
Hallarán algunos de sus mayores gozos
en los esfuerzos que hagan por convertir su hogar en un lugar de fe en el Señor
Jesucristo y un lugar que esté lleno de amor, el amor puro de Cristo."3
Para que la familia resista los embates
de la vida, las 'barras" de su reticulado -es decir, cada uno de nosotros-
debe tener un temple, una resistencia y una fortaleza apropiados. Ello resulta
de desarrollar un carácter resistente, emprendedor, generoso, paciente e
íntegro.
Pablo describió esa clase de carácter
al exhortar a los discípulos a "anda(r) en el Espíritu", siendo los
frutos de ello "amor, gozo, paz, longanimidad, benignidad, bondad, fe,
mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley..."4
Ese carácter se forja en el deseo y el
esfuerzo por vivir en armonía con los preceptos de Dios. En la oración
ferviente, en el estudio de la Palabra Sagrada, y en el apego inquebrantable a
los convenios concertados con el Padre Celestial a través de Sus ordenanzas.
Crear una familia según el modelo de
Dios tiene su costo. No es fácil, inmersos como estamos en un mundo que trata
de destruir la institución familiar o sustituirla por modelos contrarios al
destino eterno que Dios le señaló.
Nada tiene más valor que una familia
eterna y exaltada. Nada provee de mayor gozo en esta vida que una familia que
se esfuerza por seguir el modelo que lleva a esa exaltación.
Es posible. Es necesaria para alcanzar
la plenitud del gozo de vivir.
Al fin y al cabo, como enseñó el
Presidente David O. McKay: "Ningún éxito en la vida, compensa el fracaso
en el hogar".5
Aun para quienes estén viviendo en
soledad, las promesas de una familia eterna son tan reales como la vida misma,
pues si se mantienen fieles en Cristo, no les serán negadas las promesas de la
exaltación.
El presidente Russell M. Nelson dejó en
claro que “(e)n el debido tiempo del Señor, no se privará a Sus santos fieles
de ninguna bendición. El Señor juzgará y recompensará a cada persona según los
deseos sinceros de su corazón, así como por sus acciones”.6
Nuestra familia debe ser la depositaria
de nuestros mejores y mayores esfuerzos por progresar.
(1) Fuente Wikipedia
(2) La Familia: Una Proclamación para
el Mundo
(3) presidente Henry B. Eyring,
"Un hogar en el que more el
Espíritu del Señor", Conf. Gral. abril 2019
(4) Gálatas 5:16,22-23
(5) Conference Report”, abril de 1964,
pág. 5
(6) Presidente Russell M. Nelson,
"El matrimonio Celestial", Conf. Gral. octubre 2008. Véase también
"Esperanza en Cristo", Presidente M. Russell Ballard, Conf. Gral.
abril 2021
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