TESOROS OCULTOS EN LA BIBLIA (III)

Ya nos hemos referido a la pregunta que los saduceos hicieron a Jesús para tentarle.

En aquella oportunidad plantearon el supuesto caso de una mujer que se casó sucesivamente con siete hermanos después de ir enviudado otras tantas veces.

La respuesta de Jesús fue categórica: "... en la resurrección ni se casan ni se dan en casamiento, sino que son como los ángeles de Dios en el cielo"¹.

Muchos han interpretado estas palabras como que en la resurrección todos los que alcancen la vida eterna serán personas solteras, ángeles de Dios; que en el reino celestial no existen matrimonios.

Analicemos la respuesta de Jesús. Lo que les dice a los fariseos es que los hijos e hijas de Dios se dan y toman en casamiento solo en esta vida, en su estado mortal.

Ya resucitados no pueden hacerlo. Además serán como los ángeles; es decir, estarán sometidos a la voluntad de Dios como los ángeles lo están.

Obviamente al hablar de los que sean "tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo", entendiendo por siglo la acepción que las Escrituras hacen ese término como sinónimo de "mundo" o "reino".

Al respecto, Talmage escribió:

"En la resurrección no habrá  duda sobre cuál de los siete hermanos tendrá a la mujer como esposa en las eternidades, pues, salvo el primero todos se habían casado con ella solamente por el período de la vida terrenal, y principalmente con el objeto de perpetuar en la carne el nombre y la familia del hermano que había muerto primero. S. Lucas expresa parte de las palabras del Señor en esta forma: 'Mas los que fueren tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la resurrección de entre los muertos, ni se casan, ni se dan en casamiento. Porque no pueden ya más morir, pues son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección.' En la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento; porque todo asunto o problema referente al estado casado debe resolverse antes de esa época bajo la autoridad del santo sacerdocio, en el cual está comprendido el poder para sellar en matrimonio por esta vida así como por la eternidad."²

De manera que para que un matrimonio perdure por las eternidades debe ser sellado por el Santo Espíritu de la Promesa en la Casa del Señor, a través de una sagrada ordenanza, ya sea en vida o en forma vicaria.³

De esta sagrada doctrina testificó Jesús a los fariseos, como está registrado en la Biblia.

El Presidente Josepf F. Smith testificó que "[los fariseos] (n)o entendían el principio de sellar por tiempo y por toda la eternidad; que lo que Dios ha unido, ni el hombre ni la muerte pueden apartarlo. (Mateo 19:6) Se habían desviado de este principio. Había caído en desuso entre ellos; habían cesado de entenderlo y, por consiguiente, no comprendían la verdad; pero Cristo la comprendía"⁴.

Ahora bien, surge la pregunta acerca de cuál será la situación de quienes no hayan tenido la oportunidad de formar un matrimonio durante la vida mortal, es decir, quienes hayan muerto solteros.

El Manual General de Instrucciones establece que "(l)os miembros fieles cuyas circunstancias no les permitan recibir las bendiciones del matrimonio eterno y de la paternidad o la maternidad en esta vida recibirán todas las bendiciones prometidas en las eternidades, siempre y cuando guarden los convenios que hayan hecho con Dios (véase Mosíah 2:41)."⁵

De forma tal que, quien aún habiendo sido soltero/a en su vida mortal, si es merecedor/a, por la vida que ha llevado, a la gloria celestial en el grado más alto, la exaltación no le será negada.

Pero sabemos por la sección 132 de Doctrina y Convenios que las personas solteras no pueden morar en ese estado exaltado. Por lo que vimos, en la resurrección tampoco "se casan, ni se dan en casamiento".

Entonces, ¿cómo se garantizan las bendiciones prometidas?

Tal vez el siguiente comentario del Presidente Joseph Fielding Smith pueda orientarnos en la búsqueda de una respuesta:

"Si un hombre y una mujer se salvan en reinos separados, por ejemplo el celestial y el terrestre, automáticamente el sellamiento se rompe; es roto debido al pecado de uno de [os contrayentes. Nadie que permanezca fiel puede ser privado de la exaltación. En otras palabras, un esposo indigno no puede impedir que una esposa fiel reciba la exaltación y viceversa. En este caso el siervo fiel será dado a alguien que haya sido fiel."⁶


(1) Mateo 22:30

(2) Talmage, Jesús el Cristo, pág. 578-578

(3) Doctrina y Convenios 132:15-17

(4) Conf.Rep. de abril, 1912, pág. 136

(5) Manual General de Instrucciones, 38.1.4

(6) Doctrina de Salvación, Tomo II, pag. 61


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