EL MATRIMONIO: ¿UNA LOTERÍA?

Mi padre solía decirme:"El matrimonio es una lotería".

Ya sea que sintiera que no tuvo éxito en sus propias experiencias u observó a su derredor demasiados fracasos matrimoniales, sin duda su sentencia constituye una opinión discutible.

En lo personal, no coincido con él. Ni por mi experiencia propia, ni por mi razonamiento, ni por la fe que tengo en la Palabra del Señor.

El matrimonio ha sido instituido por Dios. En el relato de la Creación, se expone de manera básicamente simbólica, la instauración del matrimonio, su objetivo y su aporte esencial al Plan de Dios.

Luego de crear al hombre, la escritura afirma:

"Y dijo Jehová Dios: No es  bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él."¹

Así se dispuso crear a Eva, la madre de todos los vivientes. Es muy crucial la forma en que el Génesis relata la creación de Eva:

"Y Jehová Dios hizo caer un sueño profundo sobre Adán, y este se quedó dormido. Entonces tomó una de sus costillas y cerró la carne en su lugar; y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer y la trajo al hombre."²

Esta crónica acerca de la creación de Eva simboliza la unidad que Dios espera que prevalezca en el matrimonio entre un hombre y una mujer.

Ese simbolismo se refuerza con esta otra declaración:

"Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se allegará a su mujer, y serán una sola carne."³

Se trata de una declaración muy fuerte. "Una sola carne" simboliza lo que los cónyuges deben procurar en su matrimonio, lo cual espera Dios logren alcanzar con Su ayuda y el esfuerzo mancomunado de smbos.

Es una meta, un norte que se espera que fijen durante toda la vida, mientras transitan por la diversidad de experiencias propias del matrimonio.

¿Qué significa "una sola carne"? 

¿Almas gemelas? ¿Se espera que alguno de los cónyuges se transforme en un clon del otro? ¡Definitivamente no!

Cuando dos personas se comprometen en matrimonio; cuando dos almas con un pasado distinto; dos almas con personalidades diferentes; dos almas con talentos , virtudes y debilidades dispares deciden convivir juntos el resto de sus vidas, enfrentando la multitud de desafíos y logros que encuentren en su camino, el resultado de esa unión dependerá de qué tan bien manejen esas diferencias.

Serán dos almas que -la mayoría de las veces- tendrán percepciones distintas; tendrán conflictos, acuerdos, romances y frustraciones; expectativas diferentes que no serán siempre colmadas.

Muchos matrimonios se hunden en la angustia por no entender que lo de las "almas gemelas" y el "de allí en adelante, vivieron felices para siempre sin realizar el menor esfuerzo" sólo sucede en las películas y en la ficción. Yo prefiero pensar en: “ y vivieron unidos para siempre”.

El trabajo requerido para cosechar un matrimonio feliz es arduo, como el del agricultor que trabaja de sol a sol, para que los cónyuges dispongan de un hermoso fruto, su hogar "refugio de lss tempestades", recién después de un proceso que implica esfuerzo y dedicación constantes.

Un matrimonio - como si fuera un jardín- debe ser cultivado todos los días, debe ser cuidado para que no lo ahoguen las hierbas noscivas, y debe ser abonado diariamente para recibir los nutrientes que necesita.

¿Cómo se logra esa unidad en un matrimonio (esa unidad de la que habla la Biblia) con las individualidades que presentan ambos cónyuges, y sin menoscabarlas?

La respuesta podemos encontrarla en lo que Pablo aconsejó a los maridos, pero que, en realidad, se extiende a ambos cónyuges:

"Maridos, amad a vuestras esposas, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella..."³

Y, ¿cómo amó Jesús? 

A Sus discípulos les dijo:

"Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos."⁴

Esto es esencial en el matrimonio. Es la argamasa que lo une: nadie tiene mayor amor en un matrimonio que quien pone su vida por su cónyuge.

¿Significa que debe estar dispuesto a morir por el amor que profesa? Tal vez en algunas ocasiones las circunstancias lo demanden, pero poner la vida más que morir significa entregarla, vivir por y para el ser amado. 

Es darla por completo. Es amar con todo el corazón, y con toda el alma y con toda la mente. Es poner el interés del cónyuge siempre en primer lugar.

¿Cómo se aprende a amar de esa manera? Desearlo es un buen comienzo, pero aprender a amar es un proceso. Un proceso que tiene su ingrediente vital.

Juan nos lo revela en su epístola universal. 

Hablando de cómo los discípulos aprendieron a amar a Jesús, dice:

"Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero."⁵

Amar primero, darse primero, entregarse primero.

En definitiva, cuando dos almas deciden unir sus vidas en santo matrimonio, deben siempre tener presente:

• Será necesario vivir siempre en unidad, aprendiendo a complementarse en sus diferencias, y respetando el albedrío y la individualidad de cada uno.

• Esa unidad debe estar basada en valores comunes, en el diálogo y en la toma de decisiones de común acuerdo, aconsejándose mutuamente, y apoyando el interés mutuo por encima de los propios.

• El amor debe cultivarse, cuidarse y nutrirse todos los días. Constituye la fuerza que mantiene la unidad, venciendo las diferencias, adversidades y obstáculos del camino.

• Aprender a amar es un proceso que se alimenta del amor recíproco, poniendo siempre al cónyuge en primer lugar. 

• El desarrollo de las virtudes cristianas fortalece el amor en el matrimonio en la mejor manera posible.

Un matrimonio fundado en estos principios jamás será un lotería.

 

(1) Génesis 2:18

(2) Ibid. 2:21-22

(3) Efesios 5:25

(4) Juan 15:13

(5) 1 Juan 4:19

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