¿QUE CONDICIONA NUESTRA FE?

Recientemente he leído que, en una de las tantas marchas por la diversidad sexual, se enarbolaba la frase: "Mi sexualidad no condiciona mi fe".

Me gustaría compartir algunas reflexiones al respecto, no sin dejar de afirmar primero que, además de la vida, el mayor don que hemos recibido de Dios es nuestro albedrío, ese derecho inalienable a tomar nuestras propias decisiones, que Dios mismo respeta, aunque no pueda librarnos de las consecuencias que esas decisiones nos acarreen.

Aun así, todo hijo de Dios es libre de escoger el camino que le parezca más satisfaga sus intereses personales.

Pero, como afirma Pablo:

"No (n)os engañ(emos); Dios no puede ser burlado, porque todo lo que el hombre siembre, eso también segará."¹

En lo que respecta al eslogsn de ls frase, cada cual podrá estar de acuerdo o no con ella. La libertad de expresión otorga el derecho a propalarla, pero no obliga a estar de acuerdo con ella. 

La cuestión es qué se entiende por fe; o mejor aún, cuáles son los frutos de la fe.

Pues "Jesucristo es el mismo ayer, y hoy y por los siglos"² y, como afirma Juan, "...el que guarda su palabra, en él el amor de Dios verdaderamente se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él".³

De manera que la obediencia a la voluntad divina es la primera manifestación de nuestra fe. La fe sin obras es muerta, como afirma Santiago en su epístola universal.⁴

Ciertamente, como declaró Pablo, "Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace lo justo"⁵. Ama a todos Sus hijos por igual, sin importar raza, credo o preferencia sexual.

Pero Él ha determinado, y así lo testifican las Escrituras, el marco en que se debe entender y vivir la sexualidad. Es lo que llamamos la "ley de castidad".

Él ha decretado "que el matrimonio entre el hombre y la mujer es ordenado por [Él]"⁶ y ha enseñado que "el ser hombre o el ser mujer es una característica esencial de la identidad y del propósito premortales, mortales y eternos de la persona"⁷. 

Además, como lo señala el presidente Henry B. Eyring, "cuando habla a los dos, el esposo y la esposa, el Señor dice: “… no cometerás adulterio… ni harás ninguna cosa semejante”⁸. Así, Dios deja en claro en qué condiciones deben vivir la sexualidad Sus hijos.

De manera que nuestra fe, manifestada en nuestra disposicion a obedecer a Su ley, sí es condicionada por la manera en que vivimos nuestra sexualidad, pues el grado en que le obedecemos, es el grado en que ejercemos fe en Él. Esto se aplica a cualquier principio del Evangelio.

Lo que nuestra sexualidad (o su vivencia) no condiciona es el amor que Él y Jesucristo profesan por nosotros, Sus hijos.


(1) Gálatas 6:7

(2) Hebreos 13:8

(3) 1 Juan 2:5

(4) Santiago 2:26

(5) Hechos 10:34-35

(6) La Familia Una Proclamación para el Mundo

(7) Ibid.

(8) Doctrina y Convenios 59:6, citado en "Familias Eternas", Conferencia General abril 2026 


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