PIENSO... ¿LUEGO EXISTO?

Existe un hecho innegable. El hombre, por sí mismo, nunca descubrirá ni el propósito de Su existencia ni su causa.

Por más avance del conocimiento científico que se alcance, no podrá más que conjeturar acerca de esas cuestiones tan trascendentes e inalcanzables, con los recursos y capacidad de que dispone.

Podrá elaborar teorías al respecto que calmen su sed de investigación y, tal vez, su orgullo por creerse amo del Universo.

Pero ¿acaso podrá postular ingenuamente que lo que existe -y en lo cual está inmerso- se creó de la nada?

¿Podrá imaginar un Big Bang de materia "eterna" que en un momento caprichoso decide evolucionar, originando un complejo desarrollo  injustificable que, a partir de un fenómeno azaroso, empieza por unir elementos materiales hasta convertirlos en vida por leyes surgidas de quién sabe dónde, pasando por microorganismos que terminan constituyéndose en el hombre actual, sin dejar de pasar por etapas "neandertaleras" y similares, como Stanley Kubrick las imaginó en 2001 Odisea del Espacio, donde afirmo que no somos más que simios mejorados?

Cosa curiosa la simbiosis de los pensadores y filósofos que, junto con algunos soberbios científicos, unen su orgullo postulando la eternidad de la materia y la energía, y creando un dios propio al que llaman 'Azar". 

En poco se diferencian con quienes postulan un Dios eterno, indefinido e inmaterial, que siempre existió en Su soledad eterna, hasta que en un momento caprichoso decide "crear" todo de la nada", y convertirse así en La Primera Causa.

Todas estas elucubraciones, mezclas de filosofías, relatos fantásticos, ciencia y pseudociencia, orgullo e ignorancia, se combinan para dar luz a miles de teorías y explicaciones de todo tipo -no olvidemos las reencarnaciones, los ciclos vitales que se repiten una y otra vez y los horóscopos, por citar algunos ejemplos- que tratan de consolar la soberbia humana reafirmando de esa manera que, de nosotros mismos, nada sabemos sobre nuestro origen, propósito y destino final. 

Un destino final que resulta patético y sin sentido como las causas propuestas por el hombre sobre su origen. Todo termina con la muerte, esa desaparición física que insinúa a los ojos incrédulos, la inutilidad de una existencia temporal que resulta infinitésima desprovista de sentido, al menos teniendo en cuenta el sin fin del tiempo futuro.

Conclusión: la verdad sobre el hombre - su existencia, su propósito y su destino eterno- no es posible hallarlas hurgando dentro de él.

Entonces ¿dónde hurgar?

Para quien ha abierto su mente y corazón a la posibilidad de un mundo trascendental y la existencia de un Ser -que, aunque no nos revele todo por ahora- sí nos da una razón de nuestra existencia y propósitos eternos, las revelaciones a través de un canal espiritual satisfacen las inquietudes y el afán de entender la vida.

Si se acepta  la existencia eterna de la materia y de la energía -como parecen hacerlo los defensores del materialismo y del dios Azar- la aceptación de una dimensión espiritual del alma no parece desencajada, y su existencia es clara cuando se intuye que existen experiencias como el amor, los actos volitivos, la solidaridad y la moral, el pensamiento y la compasión, etc., que no pueden atribuirse ligeramente a meras reacciones químicas; atribución que destruyen la libertad del hombre, en aras de un materialismo que inevitablemente se asocia a la envidia, a la ambición por el poder y a muchas de las injusticias de este mundo.

Al fin y al cabo, el hombre es un ser religioso. La cuestión es en qué religión anida en su conciencia. 

Porque, parafraseando el proverbio, podemos sentenciar: " porque cual es su pensamiento [acerca de su Dios] en su corazón, tal es [el hombre]"¹.

La única diferencia entre un ateo y quien conoce a Dios, consiste en que el ateo creó su propio dios, y le profesa devoción a través de una religión laica e infundada, en tanto que, al segundo, Dios le ha revelado Su existencia.²


(1)  Proverbios 23:7

(2) La otra cuestión es tener un testimonio de cuál de las innumerables religiones que pululan por el mundo y en la Historia es la verdadera, pues todas claman serlo. 

Sin embargo, rompe los ojos -como dijo Pablo- que siendo Dios un Dios de orden, plantearse "un Señor, una fe, un bautismo". (Efesios 4:5)

Sólo la revelación personal permite descubrir ese Señor, esa fe y ese bautismo.

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