ENTRE LA CONFUSIÓN DE IDEAS
Es muy interesante releer el relato que se encuentra en Génesis acerca de cómo el Señor confundió el lenguaje de los pueblos.
Tiempo después del Diluvio, la escritura dice que “tenía entonces toda la
tierra una sola lengua y unas mismas palabras.
Y aconteció que, cuando salieron de oriente, hallaron una llanura en la tierra
de Sinar y se asentaron allí.
Y se dijeron los unos a los otros: Vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con
fuego. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de
mezcla.
Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue al
cielo; y hagámonos un nombre, no sea que seamos esparcidos sobre la faz de toda
la tierra.”1
La Biblia no aclara la razón por la cual los hijos de Dios de aquel tiempo
resolvieron construir la torre de Babel. Podríamos pensar que a raíz de los que
sabían acerca del Diluvio, quisieron construir una torre lo suficientemente
alta como para que en caso de repetirse el fenómeno, ellos pudieran salvarse.
Tal vez ese esa torre de Babel representase el orgullo del pueblo, y una forma
de manifestarse en rebelión contra los designios de Dios.
Cualesquiera sean las razones para semejante emprendimiento, evidentemente que
ello no complació a Dios. La escritura continúa diciendo:
“Y descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de
los hombres.
Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos estos tienen un solo lenguaje;
y han comenzado a edificar, y ahora nada los hará desistir de lo que han
pensado hacer.
Ahora, pues, descendamos y confundamos allí su lengua, para que ninguno
entienda el habla de su compañero.
Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de
edificar la ciudad.
Por eso fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí confundió Jehová el
lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de toda la
tierra.”2
El resultado de la confusión de lenguajes fue que los pueblos fueron dispersos
cada cual según el idioma que hablaba y, por así decirlo, se generaron las
naciones que poblaron la Tierra desde aquellos tiempos al presente.
Puede establecerse un paralelo entre este episodio acontecido en los inicios de
la historia de la humanidad con lo que está aconteciendo en la actualidad, más
específicamente en los últimos 40 o 50 años; aunque las raíces de hecho podrían
remontarse incluso hasta el siglo XVII.
Ya desde tiempos remotos, a través de las distintas corrientes filosóficas y del
pensamiento humano, el hombre ha intentado captar la verdad de su existencia a
través de distintas teorías e ideologías hasta nuestros días. Pero las últimas
cuatro o cinco décadas han visto una proliferación abrumadora de
manifestaciones culturales que han llenado de confusión las mentes de las
personas, produciendo el mismo fenómeno que relataba José Smith: en las
tinieblas y confusión que predominaban en su época, las diferentes sectas
[corrientes de pensamiento] entendían las cosas de la vida de un modo tan
distinto, que destruían toda esperanza de resolver el problema recurriendo a la
cultura predominante de aquella época , la cual se basaba en la Biblia3.
No olvidemos que en aquel entonces la cultura de occidente estaba fundada
precisamente en las enseñanzas del cristianismo contenidas en la Biblia.
Hoy en día el Cristianismo no es la cultura predominante en las sociedades. Más
aún, debe ser la más perseguida por oponerse a los profundos cambios suscitados
en los últimos tiempos.
Hoy no existe una cultura predominante, sino más bien la cultura como tal, se
ha convertido en el campo de batalla entre las diversas corrientes del
pensamiento contemporáneo.
Es tal la variedad de ideas, ideologías, teorías y posturas filosóficas que
nutren las ciencias sociales, políticas, psicológicas y científicas, que el
resultado termina siendo un mar de confusión y de dispersión entre los diversos
protagonistas del quehacer social.
En ese sentido, puede establecerse un paralelismo entre lo que fue la confusión
de lenguas en la época de la torre de Babel y la confusión de ideas que reina
hoy en día. La diferencia estriba en que el promotor de esta nueva confusión
definitivamente no es Dios4.
Más allá de que muchos legítimamente estén participando de ese enfrentamiento
de culturas en busca de la verdad; más allá de que otros utilizan esa confusión
en provecho de la búsqueda del poder, la cultura está desnaturalizándose para
convertirse en un instrumento de manipulación de masas. Ya no importa la
verdad. Importa el relato.
En medio de semejante confusión, cuyo principal fruto resulta en el
enfrentamiento, “toda [la] buena voluntad del uno para con el otro, si es que
alguna vez [se abrigó], se (ha) perdido completamente en una lucha de palabras
y contienda de opiniones”5.
Indudablemente estamos en los últimos días y el edificio grande y espacioso6
bulle en violencias, contenciones y diversidad de movimientos, cada uno
defendiendo sus relatos y atacando a los verdaderos discípulos de Cristo.
Se comprende claramente por qué nuestro Profeta y las Autoridades Generales
insisten con tanto énfasis en que debemos centrar nuestra vida en las
enseñanzas de nuestro Salvador, en conocer a Jesucristo y esforzarnos por
parecernos a Él.
Insisten en que escudriñemos diariamente las Escrituras, donde se encuentra el
fundamento de la vida plena, donde encontramos la admonición sagrada de “Ven,
sígueme”.
Insisten en que vivamos de manera tal de gozar permanentemente de la guía,
inspiración y consuelo del Espíritu, pues verdaderamente ha llegado el día en
que -como enseñó el Presidente Nelson- “no será posible sobrevivir
espiritualmente sin la influencia guiadora, orientadora, consoladora y
constante del Espíritu Santo”6.
Insisten en la importancia de que busquemos revelación personal. “No tienen que
preguntarse qué es verdad. No tienen que preguntarse en quién pueden confiar de
manera segura. Mediante la revelación personal, pueden recibir su propio
testimonio de que el Libro de Mormón es la palabra de Dios, de que José Smith
es un profeta, y de que esta es la Iglesia del Señor. Independientemente de lo
que otros digan o hagan, nadie puede despojarlos del testimonio que les llegue
al corazón y a la mente sobre lo que es verdadero.”7
Insisten en la necesidad de que oremos siempre y no desmayemos. Que seamos uno
con Él. El Presidente Nelson nos ha desafiado en estos términos: “La pregunta
para cada uno de nosotros, independientemente de la raza, es la misma. ¿Estás
dispuesto a dejar que Dios prevalezca en tu vida? ¿Estás dispuesto a permitir
que Dios sea la influencia más importante en tu vida? ¿Permitirás que Sus
palabras, Sus mandamientos y Sus convenios influyan en lo que haces cada día?
¿Permitirás que Su voz tenga prioridad sobre cualquier otra? ¿Estás dispuesto a
permitir que todo lo que Él necesite que hagas tenga prioridad sobre cualquier
otra ambición? ¿Estás dispuesto a que tu voluntad sea absorbida en la de Él?”8
Insisten en que asistamos a la Iglesia regularmente y participemos de la
ordenanza de la Santa Cena, conviniendo en tomar sobre nosotros el nombre de
Jesucristo, y recordarle siempre y guardar Sus mandamientos, para que siempre
podamos tener su Espíritu con nosotros.
Insisten en que trabajemos en el Templo y adoremos al Señor en su Santa Casa.
“También podemos escucharlo en el templo. La Casa del Señor es una casa de
aprendizaje. Allí el Señor nos enseña a Su propia manera. Allí cada ordenanza
enseña acerca del Salvador. Allí aprendemos cómo podemos apartar el velo y
comunicarnos más claramente con el cielo. Allí aprendemos cómo reprender al
adversario e invocar el poder del sacerdocio del Señor para fortalecernos a
nosotros y a los que amamos. Cuán deseosos deberíamos estar todos nosotros de
buscar refugio allí.”9
En definitiva, ¿qué es la verdad?
“La verdad es el conocimiento de las cosas como son, como eran y como han de
ser;
y lo que sea más o menos que esto es el espíritu de aquel inicuo que fue
mentiroso desde el principio.
El Espíritu de verdad es de Dios. Yo soy el Espíritu de verdad…”10
Estas son las claves para sobrevivir a la confusión de ideas que envuelve al
mundo en el que vivimos.
(1) Génesis 11:1-4
(2) Génesis 11:5-9
(3) Ver José Smith—Historia 1:12
(4) Doctrina y Convenios 1:16
(5) José Smith—Historia 1:6
(6) Ver 1 Nefi 11:36
(7) Revelación para la Iglesia, revelación para nuestras vidas, por el presidente Russell M. Nelson, Conf. Gral. abril 2018
(8) Que Dios prevalezca, Conf. Gral. octubre 2020
(9) Escúchalo, por el presidente Russell M. Nelson, Conf. Gral. abril 2020
(10) Doctrina y Convenios 93:24-26
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