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Mostrando entradas de diciembre, 2022

ENTRE LA CONFUSIÓN DE IDEAS

Es muy interesante releer el relato que se encuentra en Génesis acerca de cómo el Señor confundió el lenguaje de los pueblos. Tiempo después del Diluvio, la escritura dice que “tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras. Y aconteció que, cuando salieron de oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar y se asentaron allí. Y se dijeron los unos a los otros: Vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de mezcla. Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, no sea que seamos esparcidos sobre la faz de toda la tierra.” 1 La Biblia no aclara la razón por la cual los hijos de Dios de aquel tiempo resolvieron construir la torre de Babel. Podríamos pensar que a raíz de los que sabían acerca del Diluvio, quisieron construir una torre lo suficientemente alta como para que en caso de repetirse el fenómeno, ellos pudieran salvarse

ANTE LAS PRUEBAS MÁS DIFÍCILES

Experimentar pesar o dolor no se puede evitar, pero el consuelo prometido por el Salvador alivia el dolor y nos ayuda a seguir adelante y vencerlo. No todas las preguntas tienen respuesta en esta vida. Algunas tendrán que esperar a que atravesemos el velo para obtener las respuestas que buscamos. La oportunidad de mostrar a Dios nuestra fidelidad resulta enormemente más valiosa en momentos de tribulación intensa que cuando nos va bien en todo. El Señor ha prometido que "todas las cosas obrarán conjuntamente para nuestro bien", TODAS, aún las pruebas por más duras que sean. El tiempo y el Espíritu ayudan. Nuestra confianza y compromiso en mantenernos en el camino de los convenios que hicimos con Dios, son imprescindibles. Por sobre todo, la fuerza que nos mueva a través de la vida debe ser el amor que nos une a nuestro Creador.

AMAR A NUESTROS ENEMIGOS

Todos somos hijos de nuestro Padre Celestial y Él, que no hace acepción entre personas, ama a todos por igual. El Pte. Hinckley decía que si Dios ama a todos Sus hijos, quiénes somos nosotros para no amar a Sus hijos también. El amor hacia los enemigos de Dios crece en nosotros cuando pensamos que Dios les ama a pesar "de" sus pecados y no "en" sus pecados. Lo difícil es separar el pecado del pecador, cosa que Jesús supo hacer a la perfección en Su ministerio. En nuestra debilidad, debemos esforzarnos por progresar y seguir Su ejemplo, Su camino. Para algunos de nosotros será más difícil que para otros, pero el segundo gran mandamiento sobre la cual se basan la ley y los profetas, requiere de nosotros amar a nuestros enemigos, a los enemigos de Dios que siguen el influjo del destructor. Pero ello no significa consentir en sus maldades, ni dejarnos llevar por delante. Ciertamente no debemos mirar la viga en el ojo ajeno y sí la paja en el nuestro, si de

LA FAMILIA DE DIOS

"Todos los seres humanos, hombres y mujeres, son creados a la imagen de Dios. Cada uno es un amado hijo o hija procreado como espíritu por padres celestiales y, como tal, cada uno tiene una naturaleza y un destino divinos." 1 Esta sagrada declaración acerca de nuestra identidad como hijos e hijas de padres celestiales no deja lugar a dudas en cuanto a que todos somos hermanos. Ya sea que una persona haya nacido hace siglos; ya sea que vaya a nacer en el futuro o sea contemporánea con nosotros; ya sea que realmente haya sido engendrada por nuestros padres terrenales o no, esa persona es nuestro hermano o hermana. Podrá serlo en un sentido estrictamente espiritual (tenemos nuestros padres celestiales en común) o -eventualmente- podrá ser asimismo nuestro hermano o hermana terrenal también, compartiendo padres terrenales con nosotros. Sí... aún nuestros padres terrenales, abuelos, cónyuge o hijos propios son literalmente hermanos nuestros. En un sentido espiritual, todos

EL VALOR DEL SACRIFICIO

Nos sacrificamos por lo que amamos. Sacrificarse implica la disposición y voluntad de asumir una serie de compromisos que, por lo general, conllevan pagar un alto precio por la decisión que tomamos. Sacrificarse implica renunciar a aquello que consideramos de menos valor por aquello que nos resulta más valioso. En ocasiones, el valor no se mide en forma tangible, sino que se pondera a través de los sentimientos, de la intangibilidad del amor. En otras, sacrificarse es ponerse en segundo lugar en aras de servir a nuestro prójimo, sea cercano o lejano. Sacrificarse no siempre se funda en la lógica del llamado "homo economicus", para quien todo se mide por la ventaja material que las diversas alternativas, entre las cuales elegir, le permiten alcanzar. Existe en el sacrificio siempre un rédito, no necesariamente cuantificable, y menos materialmente. En realidad, el sacrificio que se consuma por un simple beneficio material que va más allá de lo que uno se ve obligado

VIVIFICADOS EN CRISTO

  La Escritura enseña: "Adán cayó para que los hombres existiesen; y existen los hombres para que tengan gozo." 1 Por ser hijos literales de Adán, no sólo heredamos de él la mortalidad, sino también la oposición, la adversidad, el dolor y los sufrimientos, pues su caída nos abrió las puerta a un mundo telestial. Sufrir, sentir dolor, enfrentar a la adversidad, luchar y perder, pueden hacernos sentir a través de nuestra debilidad, nuestra condición de vulnerables , que se manifiesta más plenamente en momentos de prueba y desazón. Pero Jesucristo no sólo cargó con nuestros pecados, redimiéndonos y dándonos la esperanza de ser vivificados para vida eterna. También llevó nuestros dolores y enfermedades, nuestros sufrimientos y pesares; y en ese sentido, Su sacrificio también nos vivifica, renovando nuestro gozo a pesar de las adversidades y el dolor. De esta manera logramos -asimismo- vivir en Cristo y somos engendrados en el Espíritu, como hijos e hijas de Él. Por

¿DUDAS EN NUESTROS FLANCOS DÉBILES?

Recientemente leí la crítica sobre un libro sobre la relación entre la conducta humana y las diversas culturas que han existido y existen en las sociedades actuales. La autora establecía que la valoración moral de las conductas dependía de la cultura de la sociedad que se hacía referencia. Ponía ejemplos variados de culturas antiguas y contemporáneas, donde un mismo acto se aceptaba como lícito, tolerable o inaceptable desde un punto de vista moral según la sociedad de que se tratase. Sin entrar a detallar las conductas a que se refería la autora (básicamente relacionadas con los deseos y las pasiones físicas), afirmaba que fundamentalmente las culturas basadas en las tradiciones judeo-cristianas a las que se sumaba el Islam, condenaban ciertas prácticas porque contravengan el mandato divino, lo cual constituía el concepto de pecado. Afirmaba cómo, a partir de los cambios sociales de fines de siglo XX y el presente, habían derribado ciertos tabúes, haciéndolos aceptables por ca