LA PARADOJA DE LOS ÚLTIMOS DÍAS

Mucho se habla del antagonismo ciencia-religión.

Este esquema resulta paradójico, ya que los avances y progresos de la humanidad, producidos por el hombre, tanto en ciencia como tecnología, son dones del Espíritu a través de los cuales Dios prepara el camino para la Segunda Venida de Jesucristo, para la obra del Milenio y para que la humanidad prosiga el derrotero del Plan de Salvación, con la esperanza de que alcance la vida eterna la mayor cantidad de hijos de Dios.

En el Antiguo Testamento, en el capítulo 2 del libro de Joel, versículo 28, leemos:

"Y acontecerá que después de esto, derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. 

Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días."

Este versículo se refiere particularmente a nuestros días. El presidente Joseph Fielding Smith ha declarado al respecto:

"LOS INVESTIGADORES SON GUIADOS POR LA LUZ DE CRISTO. 

El Señor ha dado a 'cada hombre que viene al mundo', la guía de la Luz de Verdad, o Espíritu de Jesucristo, y si un hombre presta atención a este Espíritu será llevado a la verdad y la reconocerá y la aceptará al escucharla. Hemos visto demostrado esto miles de veces, en las que los hombres fueron llevados a investigar a pesar de los prejuicios y tradiciones que les había enseñado el mundo...

"EL ESPÍRITU ES DERRAMADO SOBRE TODA CARNE. 

La inspiración que fue prometida por el Señor a toda carne, por medio de la profecía de Joel, no es la promesa del Espíritu Santo, sino la promesa de la guía de la Luz de Cristo, o Espíritu de Verdad, la cual se da a cada hombre que viene al mundo. Es a través de este Espíritu que viene la inspiración a aquellos que no son miembros de la Iglesia. Este Espíritu ha sido derramado y es la influencia activa por medio de la cual se han logrado los grandes descubrimientos de estos tiempos modernos. Es este Espíritu el cual el Señor declara que retirará del mundo, y el cual, según le dijo a Noé, no siempre 'contenderá con el hombre', y no el Espíritu Santo que nunca había tenido. Es ese Espíritu el que dirigió a Colón en sus descubrimientos.

Es de este Espíritu del cual habla el Salvador en las revelaciones, el cual se ha dado para guiar a los hombres."¹

SIn embargo, a los ojos de la sociedad contemporánea -mayormente la occidental- esos avances y el fruto de esas genialidades, aleja al hombre cada vez más de su fuente vital -que es Dios- y atribuye todo el mérito exclusivamente a la inteligencia humana.

Cirrtamente la ciencia y el Evangelio no se contraponen, y de hecho muchos hombres de ciencia son creyentes. 

Sin embargo. la tendencia hacia la secularizacion del conocimiento es cada vez mayor. Vivimos una época de auge del ateísmo , el cual ha logrado confinar la religión fuera del espectro público, al íntimo y reducido espacio  de la conciencia del sujeto, confinándolo al seno del hogar o a los centros religiosos.

"...Oh las vanidades, y las flaquezas, y las necedades de los hombres! Cuando son instruidos se creen sabios, y no escuchan el consejo de Dios, porque lo menosprecian, suponiendo que saben por sí mismos; por tanto, su sabiduría es locura, y de nada les sirve; y perecerán. Pero bueno es ser instruido, si hacen caso de los consejos de Dios."²

La ciencia no contradice a Dios. Simplemente, por su naturaleza, es incapaz de conocerle.

En tanto el objeto de la ciencia es estrictamente material, la naturaleza de la obra de Dios y Su relación con él hombre trasciende los límites del mundo físico, y se sumerge en la inmensidad de la esfera espiritual, invisible a los ojos naturales, pero accesible a los corazones y mentes bien dispuestas³ para recibir las revelaciones divinas.

No existe, por tal motivo, la supuesta confrontación que los no creyentes proponen.

(1) DOCTRINA DE SALVACIÓN tomo I , pág. 28

(2) 2 Nefi 9:28-29

(3) Véase Doctrins y Convenios 64:34


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