DIOS NO CONDENA LAS RIQUEZAS NI EXALTA LA POBREZA
En un momento de Su ministerio Jesús preguntó:
" Porque, ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma? O, ¿qué recompensa dará el hombre por su alma?¹
Jesús nunca censuró la prosperidad honestamente forjada a base de sacrificio, trabajo e inteligencia. Antes bien, siempre alentó a buscar la autosuficiencia personal.
Pero condenó la codicia, el amor a los bienes terrenales que antepone los intereses personales al amor al prójimo y a Dios, el Dador de todas las cosas buenas.
A Sus discípulos advirtió con la siguiente parábola:
"Las tierras de un hombre rico habían producido mucho;
y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos?
Y dijo: Esto haré: derribaré mis alfolíes y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes;
y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, diviértete.
Pero le dijo Dios: Necio, esta noche van a pedir tu alma; y lo que has guardado, ¿de quién será?
Así es el que hace para sí tesoro y no es rico para con Dios."²
El mismo Pablo advierte: "Porque el amor al dinero es la raíz de todos los males, el cual, codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores."³
Como vemos, no se trata de censurar la riqueza sino de advertir de las consecuencias nefastas que el amor a ellas trae al carácter, a la naturaleza y al destino del hombre. Consecuencias no menos destructivas que el odio a las riquezas ajenas.
No nos detendremos en explicitar esos males aquí, pero si diremos con Jacob, el hermano de Nefi:
"Considerad a vuestros hermanos como a vosotros mismos; y sed afables con todos y liberales con vuestros bienes, para que ellos sean ricos como vosotros.
Pero antes de buscar riquezas, buscad el reino de Dios.
Y después de haber logrado una esperanza en Cristo obtendréis riquezas, si las buscáis; y las buscaréis con el fin de hacer bien: para vestir al desnudo, alimentar al hambriento, libertar al cautivo y suministrar auxilio al enfermo y al afligido."⁴
Las riquezas pueden hacer mucho bien en buenas manos.
Dios desea que seamos prósperos.No sólo espiritualmente sino en las cosas temporales, al punto que nuestra autosuficiencia pueda, en un sentido de caridad bien encausada, ayudar a otros a salir de su decadencia económica y ser igualmente prósperos.
Porque Su propósito es que " ... mediante (Su) providencia, no obstante las tribulaciones que (n)os sobrevengan, la iglesia [es decir, sus miembros] se sostenga(n) independiente(s) de todas las otras criaturas bajo el mundo celestial"⁵.
Así es como piensa Dios. Así es como espera que obremos. Dios no iguala "para abajo" y entiende que todos Sus hijos son " digno(s) de su salario [o ganancia]"⁶, "si hacen caso de los consejos de Dios"⁷.
"Y es mi propósito abastecer a mis santos [dice Dios], porque todas las cosas son mías.
Pero es preciso que se haga a mi propia manera; y he aquí, esta es la forma en que yo, el Señor, he decretado abastecer a mis santos, para que los pobres sean exaltados, de modo que los ricos sean humildes.
Porque la tierra está llena, y hay suficiente y de sobra; sí, yo preparé todas las cosas, y he concedido a los hijos de los hombres que sean sus propios agentes."⁸
No se envidie al que consigue "riqueza" con su trabajo. No se lo condene. Antes condénese a quien desoye el consejo de Dios y acumula para sí, creyendo que así logrará la seguridad, la paz , la fama o el poder que sólo debilitan el alma y enceguesen los ojos espirituales.
Hoy se tiene, mañana se pierde. Pero la integridad permanence si el amor prevalece. Amor al prójimo. Amor a Dios. Amor al trabajo que trae la independencia.
A quienes obran en perjuicio de estos principios y no se arrepienten, la advertencia es clara:
"De manera que, si alguno toma de la abundancia que he creado, y no reparte su porción a los pobres y a los necesitados, conforme a la ley de mi evangelio, en el infierno alzará los ojos con los malvados, estando en tormento."⁹
Ese"repartir su porción a los pobres" puede ser una asistencia temporal para "salir del pozo", pero no debe ser la limosna permanente que perpetúa la pobreza.
Debe ser la ayuda idónea para que, con dignidad, el pobre salga de su pobreza con la oportunidad de crecer en educación, en oportunidades y en la cultura del trabajo.
Esta es la esencia de la caridad cristiana.
(1) Mateo 16:26
(2) Lucas 12:16-21
(3) 1 Timoteo 6:10
(4) Jacob 2:17-21
(5) Doctrina y Convenios 78:14
(6) Lucas 10:7
(7) 2 Nefi 9:29
(8) Doctrina y Convenios 104:15-17
(9) Doctrina y Convenios 104:28
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