VIVIR Y MORIR
La vida sin un propósito que trascienda la muerte no es vida puesto que, si en la muerte termina todo, vivimos siendo nada.
¿Qué sentido tiene el poco tiempo que transcurre entre nuestro nacimiento y nuestra muerte si el resultado de vivir es desaparecer en el vacío?
Si viniéramos de la nada y terminásemos en la nada, ¿cómo es que podemos amar, llorar, reír, abrazar, sufrir y gozar, sentirnos humanos y al mismo tiempo tener una existencia carente de sentido?
¿Cómo es posible vivir sin creer que existimos por el eterno propósito de un Creador que nos dio la vida y se nos revela si le buscamos?
La soledad es la única compañera del incrédulo, aunque ignore su condición. La angustia de sentir acercarse el final de su vida sólo puede potenciar su soledad.
Dice el incrédulo: "Nacemos solos, vivimos solos y morimos solos"¹.
Pero el que cree y siente la compañía de Dios en su vida puede afirmar como Job:
"Yo sé que mi Redentor vive...
Y después de deshecha esta mi piel, aún he de ver en mi carne a Dios,
a quien yo veré por mí mismo; y mis ojos lo verán... aunque mi corazón se consume dentro de mí."²
(1) Frase con autoría de Orson Welles
(2) Job 19:25-27
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No promovemos ni aceptamos controversias en nuestro blog, siendo nuestro propósito es unir corazones, pues "no es [la] doctrina [de Cristo], agitar con ira el corazón de los hombres, el uno contra el otro; antes bien [Su] doctrina es esta, que se acaben tales cosas."