MORIR EN VIDA

Hace más de 12 años resolví publicar mi primer artículo en Internet. Lo titulé "El valor de la Reflexión".

Me parecía que era la clave de lo que, con el correr de los años, podría ser el fundamento del mensaje que deseaba compartir, cosa que he venido haciendo desde entonces.

En ese artículo decía:

"Es en la reflexión que el ser humano puede examinar detenidamente su propia esencia y tratar de entender el propósito de su vida, su razón de ser, su destino. Aún si le fuera imposible llegar a encontrar las respuestas que busca, la reflexión le permitiría colocar los diversos aspectos de su vida en la perspectiva adecuada. De esa manera estaría invirtiendo sus energías y encausando sus fuerzas en la dirección que conduce hacia la felicidad...

"Allí es precisamente donde se libra la última batalla: en los recónditos rincones del alma, donde la reflexión tiene lugar y donde se moldean los sentimientos, donde pueden fraguarse el amor y la nobleza o los más bajos pensamientos. Es en ese lugar que la reflexión puede despertar en el ser humano la conciencia de su valor y ayudarle a encontrar el antídoto contra la 'robotización' que alienta la locura que envuelve la sociedad moderna...

" No debe perderse la práctica de reflexionar pues de lo contrario se pierde la vida. Sea como fuere, debe reservarse tiempo para la reflexión."

Desde aquel mensaje, confieso que he escrito mucho. Sería iluso pensar que quienes me han seguido,  o eventualmente me han distinguido con la oportunidad de leer alguno de los artículos publicados, vuelvan hacia atrás y relean algunos de ellos, particularmente ese primer artículo.

Me atrevo a decir que el tiempo ha confirmado las admoniciones de ese artículo.

En esta década pasada, la supremacía de esa "robotización" ha dado a luz una deshumanizacion tal, que para las sociedades occidentales en que vivimos, la razón de la vida parece ser la actividad productiva que dé por resultado un bienestar material quimérico que , como el horizonte, nunca se alcanza; y da por resultado la esclavitud intelectual y espiritual del hombre entregando su alma al relativismo moral y la construcción de la vida en falacias que se "autoperciben" y se aceptan como verdades que contradicen la realidad.

Los frutos de esa falta de reflexión están a la vista, acompañados por una creciente violencia y una ética infructuosa como nunca se han dado en la historia del mundo.

Se ha perdido la cercanía entre las almas por la simbiosis con lo material. 

Por ello cobra más vigencia  que nunca la advertencia que contenía ese artículo:

"El gasto ineficiente de su tiempo empobrece al hombre en varias maneras. Le impide ir llenando su vida de experiencias verdaderamente enriquecedoras, le va dejando su memoria vacía de recuerdos que puedan engrandecerle. En definitiva, atenta contra su progreso y le hace perder las oportunidades irrepetibles de acrecentar su caudal de sabiduría."

Nadie espera que nuestra vida consista de una contemplación permanente, una contemplación que, contaminada por el materialismo, resulta además en una contemplación vacía.

Pero ciertamente el equilibrio vital deseable consiste en reservar un tiempo para la reflexión, para enfrentar los desafíos e interrogantes que van más allá de lo percibible en el mundo material.

No hacerlo es morir en vida.


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