CADA UNO DE NOSOTROS ES IMPORTANTE

Cuando uno piensa en la vastedad del Universo, una vastedad infinita constituida por mundos imposibles de contar para el hombre, pues "si fuera posible que el hombre pudiese contar las partículas de la tierra, sí, de millones de tierras como esta, no sería ni el principio del número de [las] creaciones [de Dios]1"; de "mundos [que] son y fueron creados, y sus habitantes ... engendrados hijos e hijas para Dios"2...

Cuando uno piensa en el amor con que Dios creó esos mundos, y considera los cuidados que tiene por éste, nuestro planeta, al cual dotó de hermosura y variedad para agradar al hombre que puso sobre él para habitarlo...

Cuando uno reflexiona sobre el hecho de que nuestro Creador y " (n)uestro Dios es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible, que no hace acepción de personas"3 y "estima a toda carne igual"4 ...

Uno no puede menos que exclamar con el salmista: "Cuán numerosas son tus obras, oh Jehová! Las has hecho todas ellas con sabiduría; la tierra está llena de tus creaciones... A Jehová cantaré en mi vida; a mi Dios cantaré alabanzas mientras viva."5

Ni tampoco puede abstenerse de exclamar: "¿Qué es el hombre para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre para que lo visites?"6

El poder que reside en Dios es incomprensible para el hombre en su estado mortal. También el amor infinito que destila sobre Sus hijos.

"Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna"7, ya sea que habite en esta Tierra o en todas las otras, creación de Sus manos.

Porque, sin lugar a duda, "esta es [la] obra y [la] gloria [de Dios]: Llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre"8.

La capacidad y poder de Dios son ilimitados. Él es capaz de escuchar y contestar simultáneamente -a Su manera y a Su debido tiempo- las oraciones y súplicas de millones de Sus hijos que, en medio de tribulaciones y pruebas, le elevan rogando Su protección, Su guía y Sus bendiciones. A su vez, son millones los que, también simultáneamente, le expresan fe y gratitud.

Él es capaz de conocer a cada uno de Sus hijos a la perfección, como jamás un padre terrenal lo haya hecho o hará con uno de los suyos propios. Conoce y ama de manera perfecta a cada uno de Sus hijos.

Ya sea Jesucristo o nuestro Padre Celestial, nos pastorean de manera singular, a semejanza del Buen Pastor que " ...abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre y las saca."9

Él nos conoce a cada uno de nosotros por nuestro nombre, y sabe de nuestras necesidades10.

Si de esta manera Dios cuida de Sus hijos, ¿qué es lo que sentimos acerca de nosotros mismos en nuestro fuero íntimo?

No importa que seamos ateos o creyentes, cristianos, musulmanes, agnósticos, o seguidores de la religión que fuere. Sean cuales sean nuestras creencias; sean cuáles sean nuestras obras y nuestros pensamientos; sean cuales sean las doctrinas o ideologías que profesemos; ya sea que sigamos Sus mandamientos o seamos desobedientes a Su voluntad; ya sea que creamos que nos ha abandonado o que está a nuestro lado, todos y cada uno de nosotros tenemos en Él un Padre Celestial que nos ama y vela por nosotros. Somos importantes para Él. Cada uno es de valor infinito para Él.

Entonces, si Él nos considera revestidos de tal honor, ¿qué hemos de pensar sobre nosotros mismos? ¿Qué propósito tendrá nuestra vida?

¿Vivirá el incrédulo hasta morir sin tener esperanza en su corazón? ¿Vivirá el agnóstico en la duda, creyendo que alcanzarán sus buenas obras para enfrentar sin angustias la inexorable muerte que algún día le sobrevendrá? ¿Viviremos los creyentes siendo selectivos a la hora de elegir qué obedecer y en qué cosas mirar hacia un costado cuando se trate de la voluntad de Dios? ¿Les bastará a los obradores de maldad morir rodeados de las "glorias" obtenidas a través de sus hechos nefastos?

Si tan importantes somos -cada uno de nosotros- para nuestro Padre, pues " el valor de las almas es grande a la vista de Dios"11, entonces "(p)or tanto, deb(eríamos) seguir adelante con firmeza en Cristo, teniendo un fulgor perfecto de esperanza y amor por Dios y por todos los hombres ... deleitándoos en la palabra de Cristo, y persever(ando) hasta el fin,... [para así alcanzar] la vida eterna"12.

Como lo expresara el presidente Russell M. Nelson:

"Si hay algo que he aprendido en mis 94 años de vida, es que una vida con Dios es mucho mejor que una sin Él".

(1) Moisés 7:30

(2) Doctrina y Convenios 74:24

(3) Deuteronomio 10:17

(4) 1 Nefi 17:35

(5) Salmos 104:24, 33

(6) Salmos 8:4

(7) Juan 3:16

(8) Moisés 1:39

(9) Juan 10:3

(10) Véase Lucas 12:22-30

(11) Doctrina y Convenios 18:10

(12) 2 Nefi 31:20

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