LA AUTOESTIMA

Es muy útil tener presente la valoración que de nosotros hacen aquellos con quienes interactuamos.

Como referencia, es muy útil saber qué imagen estamos dando o perciben quienes tratan con nosotros. El equilibrio entre lo que somos, lo que deseamos ser y lo que parecemos ser, es necesario para nuestra estabilidad emocional.

Sin embargo, y sin ninguna pretensión de ser experto en la materia, considero que la autoestima es lo de mayor valor para que una persona pueda alcanzar la felicidad.

Creo que trabajar sobre ella depende de cada uno y, en todo caso, si de veras deseamos ayudar a una persona a mejorar, deberíamos empezar por descubrir sus virtudes y fortalezas, y hacerle llegar nuestro reconocimiento sincero acerca de ellas, para así fortalecer su autoestima.

Toda sugerencia de mejora que pudiéramos formularle también debería propender a fortalecer su autoestima.

Seguramente esto está implícito en el segundo gran mandamiento que enseñó Jesús, y en el sabio consejo registrado en Doctrina y Convenios 121:41-45.

"Ningún poder o influencia se puede ni se debe mantener en virtud del sacerdocio, sino por persuasión, por longanimidad, benignidad, mansedumbre y por amor sincero;

por bondad y por conocimiento puro, lo cual engrandecerá en gran manera el alma sin hipocresía y sin malicia;

reprendiendo en el momento oportuno con severidad, cuando lo induzca el Espíritu Santo; y entonces demostrando mayor amor hacia el que has reprendido, no sea que te considere su enemigo;

para que sepa que tu fidelidad es más fuerte que los lazos de la muerte.

Deja también que tus entrañas se llenen de caridad para con todos los hombres, y para con los de la familia de la fe, y deja que la virtud engalane tus pensamientos incesantemente; entonces tu confianza se fortalecerá en la presencia de Dios..."

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