FEMINEIDAD Y MASCULINIDAD
Sostienen los defensores de la igualdad de género que los
conceptos de femineidad y masculinidad son construcciones sociales, y que los
mismos deben ser reconstruidos según la agenda que proponen.
Otros van más lejos y afirman la caducidad de esos conceptos,
pues debe desaparecer toda desigualdad entre ambos géneros.
Dejando de lado la controversia sobre la validez de
introducir el concepto de género como una autopercepción -subjetiva- del
individuo, que no necesariamente coincida con su sexo biológico, digamos que,
en tanto se acepte la convencionalidad de los conceptos de femineidad y
masculinidad, nada impide que cada quien edifique su personalidad sobre los
paradigmas que le plazcan.
La cuestión no radica en definiciones ni en la aceptación
social de las mismas. Los tiempos cambian y las costumbres también.
El asunto pasa por otro lado: la actitud hostil de quienes
profesan la igualación de los géneros hacia quienes seguimos pensando que las
"nuevas" construcciones de identidad de género no nos representan.
No nos representan porque creemos que varones y mujeres
somos diferentes y complementarios. Sin renunciar al derecho al respeto mutuo,
a la igualdad de oportunidades, a la no violencia, a la no discriminación ni a
cualquier atisbo de superioridad de unos sobre otros.
Para ello no necesitamos ni del pseudo-lenguaje inclusivo,
ni de la educación sexual en guarderías ni escuelas, ni de odios o menosprecios
en ningún sentido.
Creemos en las diferencias biológicas y emocionales entre
varones y mujeres, pero no en que unos sean más inteligentes que otros por
razón de su género.
Creemos en la caballerosidad como gesto de aprecio y respeto
hacia la mujer. Condenamos el abuso y el acoso vengan de donde vengan.
Creemos en la necesidad de desterrar el machismo, de una vez
y para siempre, a través de cambios culturales que se comiencen a inculcar
desde temprana edad sin menoscabar la familia, la moral ni las diferencias
naturales entre ambos sexos.
Creemos que la complementariedad entre el varón y la mujer
se debe extender a todos los órdenes de la vida, aprovechando al máximo las
potencialidades de todos, y en particular, en la órbita familiar, donde las
responsabilidades se comparten y reparten según mejor convenga, ya sea para
mantener el orden del hogar, proveer o criar los hijos.
No creemos que, para alcanzar estos elevados estándares de
vida, se deban dejar por el camino rasgos y capacidades que han sido propios de
cada sexo desde el inicio de los tiempos.
Madre no es lo mismo que padre, ni la familia tradicional ha
dejado de ser el paradigma más conveniente.
Sí... lo que concebimos como relación entre el hombre y la
mujer se enmarca en la tradición cristiana, con las necesarias adaptaciones a
los tiempos que corren.
Sí... valoramos la virtud, sea en el varón o en la mujer.
Valoramos la femineidad y la masculinidad "construidas" sobre la
verdadera dimensión de las enseñanzas cristianas.
Sí... los varones cristianos creen que Dios culminó la
Creación con su mayor milagro: la creación de la mujer. Y como tal deben valorarla.
Sí ... los cristianos pretendemos vivir según estos
principios, cuidando que los frutos resulten en paz, felicidad y
autorrealización tanto de la mujer como el varón.
Sí... nos abrogamos el derecho de enseñar estas cosas a
nuestros hijos, y proclamarlas, con respeto y humildad, a quienes quieran
escucharnos.
¿Cuál es el problema?
Nosotros también luchamos a favor de la justicia, el derecho y la defensa de quienes sufren... pero desde nuestra propia perspectiva.
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