HOY TODO SE CUESTIONA

Hoy todo se cuestiona, como si cuestionar fuese el camino para construir un futuro nuevo en base a valores que se contraponen, a veces de manera violenta, a los tradicionales que forjaron la cultura judeocristiana que aún sobrevive en nuestra sociedad, en medio de ataques cada vez más desembozados. 

Recientemente leí un artículo sobre la masculinidad y cómo debería cambiarse su interpretación a la luz de la ideología de género. No sólo el autor confundía el término con "machismo" -razón por la cual proponía redefinir el concepto- sino que sugería otras alternativas a su definición que contrarían la naturaleza biológica del ser humano. 


Otro tanto está ocurriendo con el derecho inalienable a la vida. Cierto es que existen las enfermedades terminales. Ciertamente causa tristeza. Existen también cataclismos de la naturaleza, guerras y todo tipo de situaciones que nadie desea vivir pero que, en términos globales, no pueden evitarse. La muerte forma parte inexorable de la vida terrenal. 


Pues bien, existen quienes sostienen -y las legislaciones de varios países los avalan- que para evitar el sufrimiento que acompaña a una enfermedad terminal, es justo y "misericordioso" poner intencionalmente fin a una vida, ya sea por el suicidio asistido o un "acto médico" apropiado. Le llaman eutanasia. 


Sus promotores afirman que la eutanasia es un acto de piedad, una manera justa de poner fin a un sufrimiento innecesario. 


Omiten que hoy la ciencia ha avanzado lo suficiente como para suprimir ese dolor sin intervenir en el proceso natural que lleva a la muerte del paciente.  

Omiten que, en no pocos casos, el proceso de deterioro de la salud puede revertirse, y pacientes en coma, desahuciados "reviven" cuando, de haberse aplicado la eutanasia, no habrían podido hacerlo. 


Pero la tendencia es a universalizar la eutanasia, admitirla como un derecho humano a una muerte "digna" (otro eufemismo) y consentir en provocarla. 


Otro caso similar, ya implantado culturalmente, es lo que se ha dado en llamar la "interrupción voluntaria del embarazo", que no es otra cosa que la eliminación voluntaria de una vida en el vientre de su madre. 


Se tiene también el uso "recreativo" de ciertas sustancias estupefacientes, que algunos hasta pretenden se generalice a cualquiera de las drogas hoy prohibidas por ley. 


Todos estos "avances sociales" han nacido del cuestionamiento de valores que defendemos quienes nos sentimos creyentes en Dios, seamos de la religión que seamos.  


Ello es consecuencia del primer cuestionamiento de todos: la propia existencia de Dios o -expresado de otra manera- las dudas sobre las ventajas de seguir Sus preceptos, aun en caso de creer que realmente existe. 


Pero lo cierto es que Él existe.  


Lo cierto es que nos ha dado Sus preceptos para darnos gozo, aún en medio de pruebas y desventuras.  


Porque la vida es también esperanza y certeza de que Él nos ama. 


Lo cierto es que Él existe y nos ha dicho que el "ser hombre o el ser mujer es una característica esencial de la identidad y del propósito premortales, mortales"1. 


Nos ha dicho "no matarás, ni harás ninguna cosa semejante"2. 


Nos ha dicho que Su plan es llevar a cabo la inmortalidad y vida eterna del hombre3. 


Nos ha dicho que creó al ser humano para que tenga gozo en esta vida4. 


Pero si Él existe, ¿por qué no se revela a los ojos físicos del hombre? ¿Por qué no interviene directamente en lo que acontece sobre el planeta para que todo resulte en dicha, paz y prosperidad? ¿Por qué no erradica la maldades e injusticias de una vez y para siempre?  


Porque si obrara de ese modo, anularía el albedrío moral del hombre; ya nadie sería bueno por elección propia, ya nadie amaría a Dios por ejercer fe y confianza en Él sino, igual que un cachorro obediente, obraría sólo por esperar la recompensa por actuar conforme a la voluntad de su amo. 


El hombre es más que eso. Es hijo de Dios y, como tal, tiene el potencial de llegar a ser como Él. Pero para merecerlo, su lealtad debe trascender a su conveniencia personal. 


Pero entonces, ¿cómo llegar a conocer a Dios? ¿Cómo confiar en Él y ceñirse a Su palabra, si desconocemos Su existencia? 


La respuesta a estas preguntas es trascendental pues sólo un firme testimonio acerca de Él puede librarnos de los cuestionamientos que el relativismo moral y la presión social ejercen sobre el colectivo humano. 


Es en este punto que las palabras de Jesús nos dan las claves para llegar a conocer a Dios. 


"Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió. 

El que quiera hacer la voluntad de él conocerá si la doctrina es de Dios o si yo hablo por mí mismo...5 

"Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; 

y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres...6 

"El que me ha visto a mí [y seguido mis enseñanzas], ha visto al Padre..."7 


A lo que el Apóstol Santiago agrega: 


"Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, quien da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. 


Pero pida con fe, no dudando nada, porque el que duda es semejante a la ola del mar, que es movida por el viento y echada de una parte a otra.

 

No piense, pues, ese hombre que recibirá cosa alguna del Señor. 

El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos."8 


¿Pedir con fe a un Dios que desconocemos? ¿Es eso lógico? ¿No es hacerse trampas al solitario? No. Significa pedir con la "CONFIANZA" de que, si existe, nos responderá. 


¿Pedir sin dudar? ¿No es una contradicción preguntar si Dios existe, sin dudar de su existencia? 


No es eso lo que propone Santiago, pues más adelante previene acerca del hombre de doble ánimo. Más bien quiere decir que si uno, siendo incrédulo, busca vencer su incredulidad, NO DEBE DUDAR que ceñirá luego su vida incondicionalmente a la respuesta que reciba. 


Es decir, no dudará de su propia integridad. Integridad que, según Jesús, se manifiesta en su disposición a seguir los pasos de Jesús, aún antes de conocer al Padre Celestial. 


Sólo entonces, si se encara con esa actitud, podrá conocer el hombre la verdad y ésta lo hará libre. 


¿Libre de qué?  


Libre de cuestionar. Libre de poner en duda los valores que traen el gozo duradero. Libre vivir a tientas sin conocer el propósito de la vida, la naturaleza de las cosas, el significado de la dualidad varón-mujer, lo sagrado de la vida, el valor de cuidar del cuerpo que alberga nuestro espíritu, la plenitud del Plan de Dios. 


Serán muchos o serán pocos los que acepten la invitación de venir a Cristo. Ello no invalida Su obra ni Su doctrina. A lo sumo, abrirá o cerrará las puertas al verdadero gozo, según lo que cada quien decida hacer. 


Dios respeta, por encima de todo, el albedrío moral de Sus hijos. 


(1) La Familia Una Proclamación para el Mundo 

(2) Doctrina y Convenios 59:6 

(3) Moisés 1:39 

(4) Véase 2 Nefi 2:25 

(5) Juan 7:16-17 

(6) Juan 8:31-32 

(7) Juan 14:9 

(8) Santiago 1:5-8 

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