SOBRE LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER
No soy jurista, y seguramente una legión de entendidos criticará mi parecer respecto al tema. Lo acepto y lo respeto.
Pero yo impondría penas severísimas a quienes agreden a una
mujer, y no esa banalidad del arresto domiciliario o la prohibición de acceso
físico a la víctima, dentro de cierto radio, y por un tiempo limitado.
¿Cuántas mujeres han sido finalmente asesinadas por
monstruos que tenían judicialmente prohibido el acceso a menos de 500 metros de
la víctima, que estaban bajo arresto domiciliario y, todavía encima, tenían
puesto una tobillera electrónica?
Mejorar la educación, especialmente de los varones, ayuda.
Tal vez alguno de esos victimarios podría regenerarse con clases y
psicoterapia.
Pero hay tantos factores involucrados en la violencia contra
la mujer que, además, tienen causas ajenas a esa violencia propiamente dicha:
el contexto socio-económico, la cultura de la violencia que perdura en la
sociedad, el machismo fomentado por el mercantilismo de las películas y los
programas de chismes, y así sucesivamente muchas otras cosas.
Pero por sobre todo, entiendo yo, la falta de apego a los
valores morales cristianos.
Sin duda, existe un respeto por la mujer en las enseñanzas
de la cristiandad (correctamente interpretadas, desde luego) que resulta
extraordinario.
Pero las sociedades occidentales modernas le han dado la
espalda a Dios, y pretenden vivir de acuerdo con conductas que, teniendo
apariencia de piedad, niegan la eficacia de ella.
Si la liberalidad, que manifiesta como su principal
principio, defender la libertad, tan combatida hoy en día en muchas partes del
mundo, se invoca para trasgredir las barreras de la moralidad bien entendida,
no sería más que un justificativo para aceptar desmanes de todo tipo.
Y la Justicia, en aras de defender los derechos de los
victimarios (lo cual no se cuestiona), se ha vuelto extremadamente permisiva, y
no protege debidamente los derechos inalienables de las víctimas, ni la
legislación previene debidamente esa violencia. A los hechos debe uno
remitirse.
No en vano, hace miles de años, un sabio escribió en el
Libro de Eclediastés:
"Por cuanto no se ejecuta enseguida la sentencia contra
una mala obra, el corazón de los hijos de los hombres está dispuesto para hacer
el mal." (Cap 8, versículo 11).
No es compartible generalizar los hechos y enemistar a la
mujer con el varón. No todos los hombres son violentos, ni lo son contra la
mujer. Los violentos son minoría, pero causan grandes daños, muchos
irreparables.
Mujeres y varones respetuosos de la mujer, debemos unir
fuerzas para combatir, sin tregua, este flagelo (uno más de los tantos) que
azota a nuestro mundo.
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