EL MUNDO DEL REVÉS
Tengo la impresión de que, en el mundo de hoy, mucho de lo que vemos y conocemos está al revés.
A lo bueno llaman malo y a lo malo bueno.
La Historia "se cancela" por extrapolaciones
incongruentes y la posverdad se exalta.
Los delincuentes son víctimas de la sociedad, y las víctimas
reales simbolizan la injusticia social de que sólo unos pocos pueden tener algo
pasible de ser robado.
El trabajo es un oprobio y el vivir de la ayuda social una
virtud.
El "vivo" se lleva los aplausos, y el trabajador
apenas cubre sus necesidades.
Que alguien se supere y sobresalga del montón es
reprochable, pues pertenecer al pelotón de los vulnerables es emblema de
solidaridad y corrección política.
Está mal querer vivir mejor y asegurar el futuro y bienestar
de la familia. Eso es ser egoísta, y negarse a compartir la suerte del que no
puede hacerlo, o es alérgico al trabajo. El mérito propio es ahora un demérito.
Y así sucesivamente...
Fuerzas egoístas y desamoradas usan las libertades para
confundir y, desde allí, manipular la opinión pública a su conveniencia, hasta
dar vuelta los valores socialmente aceptados algunas décadas atrás.
La libertad de pensamiento, expresión y creencias está
acosada por grupos que pretenden acallar las disidencias en salvaguarda de
supuestos derechos humanos, que no reflejan otra cosa que sus propias ideas o
deseos.
Vamos a tener que acostumbrarnos a convivir con este
"mundo del revés" -como lo llamaba María Elena Walsh- para
sobrellevar los tiempos que vivimos, y no perder la luz que ilumina el camino
hacia la comunión con Dios.
Existe una postura, de parte de una porción muy influyente
de la sociedad, que busca zafar de los límites que Dios ha señalado al hombre.
Existe un rechazo contra lo sagrado que necesita
manifestarse para reafirmar, en el corazón de los que se oponen a Dios, ese
falso sentimiento de libertad que invade al que combate a su Creador.
Al decir de Isaías, ya setecientos años antes del
advenimiento de Cristo en la carne, "y la tierra se contaminó bajo sus
moradores, porque traspasaron las leyes, cambiaron la ordenanza, quebrantaron
el convenio sempiterno"1.
Parece que la historia se repite cíclicamente.
Nunca faltan quienes olvidan la promesa solemne de Jesús:
"y conoceréis la verdad, y la verdad os hará
libres."2
Tampoco quienes deciden seguir principios errados que llevan
a los resultados de siempre: pobreza espiritual e injusticias por doquier.
Josué tuvo muy en claro dónde estaba su libertad: "
...escogeos hoy a quién sirváis... pero yo y mi casa serviremos a Jehová"3.
(1) Isaías 24:5
(2) Juan 8:32
(3) Josué 24:15
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