PREGUNTAS Y RESPUESTAS
Todos tenemos preguntas. La curiosidad y la necesidad de dominar un entorno que se muestra hostil al hombre, le han 0llevado, desde los comienzos, a preguntar. En su búsqueda de respuestas, el hombre transitado por la historia hasta llegar a nuestros días, logrando conquistas extraordinarias partiendo de unos comienzos muy rudimentarios.
El universo de las preguntas resulta, sin embargo,
inconmensurable para el hombre. Así lo ha sido desde el principio.
Muchas preguntas son de índole práctica. Han llevado a
descubrimientos notables acerca de la naturaleza y el propio universo que nos
envuelve. Han permitido desarrollar tecnologías que han traído poder y
comodidades remarcables.
Infelizmente, la búsqueda de respuestas a otras preguntas,
de carácter existencial, ha resultado infructuosa, por cuanto no se ha
encontrado el consenso que valide respuestas concretas y satisfactorias para
todos.
Ante lo desconocido, debemos ser pacientes y perseverantes.
Indudablemente muchas preguntas quedarán sin respuesta a pesar de lo avanzado
que pueda resultar el progreso científico y social.
La razón y el sentido común enseñan que cierta categoría de
preguntas sólo puede encontrar respuestas a través de la fe.
Los hombres recurren a la fe mucho más frecuentemente de lo
que se piensa. Se ejerce fe cuando se ata la vida a ideales, a ideologías; aún
a lideres de carne y hueso.
Se ejerce fe cuando se persiste en buscar sin tener
resultados a la vista.
Se ejerce fe al aceptar verdades enseñadas por
"otros", no habiéndolas comprobado personalmente.
La fe es confianza. Es cierta clase de certeza que permite
al individuo conocer, aunque de una manera distinta. La fe es más que una
creencia.
La fe es personal, intransferible.
Se la identifica injustamente con ignorancia, superstición, dogmatismo.
A menudo se la asocia con superchería. Ciertamente puede ser tan fuerte que
muchos toman provecho de ella con fines espurios.
En una época en que lo espiritual es tan despreciado en los
círculos influyentes de la sociedad, no debería caerse en el error de
desestimar la fe como herramienta de vida.
Siempre existirán más preguntas que respuestas. Y faltarán
muchas respuestas.
En particular, el cristiano recurre a la fe en lo que
concierne a su vida espiritual. Sólo a través de la fe desarrolla su
espiritualidad.
Es con esa fe, esa confianza que deposita en Dios, que logra
vivir sus pruebas, enfrentar sus desafíos y albergar la esperanza de un mundo
mejor; ser una persona feliz aún en medio de la tribulación.
Es con esa fe que va "acomodando lo espiritual a lo
espiritual.
"Pero el hombre [incrédulo] no percibe las cosas que
son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender,
porque se han de discernir espiritualmente."1
Como enseñó un discípulo de Jesús en la antigüedad:
"Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría,
pídala a Dios, quien da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.
"Pero pida con fe, no dudando nada, porque el que duda
es semejante a la ola del mar, que es movida por el viento y echada de una
parte a otra.
"No piense, pues, ese hombre que recibirá cosa alguna
del Señor."2
No es por sumisión ni obediencia ciega que el cristiano vive
su credo. Su convencimiento debe ser fruto de una fe bien fundada. De otra
forma no le es posible conocer a Dios, y su creencia se convierte en simple
deseo de creer.
(1) 1 Corintios 2:13-14
(2) Santiago 1:5-7
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