TIEMPOS DE CUARENTENA Y DISTANCIAMIENTO SOCIAL
Tiempos de cuarentena y distanciamiento social.
Tiempo de hacer y no desesperar.
Tiempo de confiar y seguir los protocolos establecidos por
las autoridades del país.
Tiempo de elegir entre el miedo y la fe, entre el pánico y
la calma.
Tiempo de reflexión; de asumir nuestra falta de preparación
personal o familiar si estamos padeciendo incomodidades extremas o necesidades
básicas insatisfechas.
Tiempo de adaptarnos rápidamente a las nuevas condiciones
que se nos imponen sin haberlas imaginado siquiera, y aceptar nuestra
vulnerabilidad ante un inmensamente pequeño enemigo que tan enormes estragos
causa en nuestra vida, tanto personal como social, y causa tanto dolor y
pérdidas.
Tiempo de mirar más hacia adentro de nosotros, rescatar
nuestro potencial espiritual y tomar conciencia de que el buscar a Dios y hacer
nuestra parte nos hace fuertes para resistir y vencer.
Tiempo de volver el corazón más hacia los valores
permanentes, a nuestros tesoros más valiosos: nuestra familia, nuestro cónyuge,
nuestros hijos, nuestros seres queridos.
Tiempo de volver a valorar la amistad y el servicio por
sobre la búsqueda de lo material, no dejando de lado el afán del bienestar
temporal, pero no haciéndolo el objetivo supremo de nuestra vida.
Tiempo de sentir que ser humano trasciende lo efímero que
nos brinda la sociedad; que no es necesario que perdamos nuestras verdaderas
riquezas que no se miden en términos económicos para que aprendamos a
valorarlas y deseemos no haberlas perdido.
Tiempo para volver a la esencia de la vida:
Amar a Dios con toda nuestra alma, mente y corazón; y a
nuestro prójimo como a nosotros mismos.
"Porque, ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el
mundo y perdiere su alma? O, ¿qué recompensa dará el hombre por su alma?"
Tiempo de reconocer que el tiempo es vida, que se desliza
entre nuestros dedos inexorablemente; y si no sabemos aprovecharlo, habremos
perdido la oportunidad de vivir plenamente.
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No promovemos ni aceptamos controversias en nuestro blog, siendo nuestro propósito es unir corazones, pues "no es [la] doctrina [de Cristo], agitar con ira el corazón de los hombres, el uno contra el otro; antes bien [Su] doctrina es esta, que se acaben tales cosas."