VOLVER A LOS PRINCIPIOS BÁSICOS
En alguna oportunidad hemos señalado que " el conflicto en el que los cristianos nos vemos envueltos consiste básicamente en resistir (la) presión de la cultura mundana que trata de reciclarnos en cultores de su irreligiosidad."
El compromiso de vencer internamente ese conflicto nos
impulsa a volver nuestros corazones a los principios básicos de la cristiandad;
aquellos que -más allá de las particularidades de cada época- resultan
inmutables por constituir la esencia misma de las enseñanzas de Jesús.
Naturalmente muchas cosas han ido cambiando con el tiempo.
No distinguir entre lo circunstancial y lo permanente podría llevarnos incluso
al ridículo.
Sin embargo, muchos valores y principios básicos de la
cristiandad tienden a ser "olvidados", sobrepujados por otros
principios profanos, siendo no pocos los que -aún sintiéndose cristianos-
sucumben a esta colonización cultural mundana.
Por ejemplo:
● El matrimonio es concebido -en el contexto cristiano- como
la única institución aceptable por el cual, una mujer y un varón se unen en
amor, y se comprometen a entregarse en cuerpo y alma, el uno al otro,
conformando una unidad familiar.
Hoy en día, este concepto de familia tradicional ha sido
tergiversado con la aceptación popular de variadas estructuras vinculantes
entre personas, que están en oposición a las enseñanzas canónicas de la
cristiandad.
● El derecho a la vida es puesto en tela de juicio con la
despenalización del aborto. ¿Cómo es posible que amplias porciones de la
población, autocalificada como "cristiana", se manifiesten en favor
de esa "interrupción voluntaria del embarazo" que no es otra cosa que
dar fin a la vida de un ser humano?
● El concepto de la justicia se ha volcado hacia la
inoperancia puesto que se considera ineficiente el castigo de las conductas
delictivas, por no considerarse una herramienta eficaz para la prevención del
delito y la recuperación, para la sociedad, de los infractores de la ley.
Desde luego, no se trata de negar la necesidad de
implementar formas eficientes de rehabilitación para los infractores
"rehabilitables".
Pero una cosa no excluye la otra.
Sin duda, no es pertinente soliviantar la delincuencia
creando un clima de impunidad, puesto que "por cuanto no se ejecuta
enseguida la sentencia contra una mala obra, el corazón de los hijos de los
hombres está dispuesto para hacer el mal"1.
¿Por qué, en lugar de poner en tela de juicio la eficacia del
sistema carcelario como herramienta de combate a la delincuencia, no se lo
mejora convirtiéndola, a su vez, en un instrumento idóneo para la verdadera rehabilitación
de la población carcelaria "rehabilitable"?
Separar al delincuente de la ciudadanía a la que pone en
riesgo con su accionar, ciertamente no es la solución definitiva a los
problemas de inseguridad, pero es parte imprescindible de esa solución.
● Ni el "machismo" ni el "feminismo"
constituyen conductas propias de las personas cristianas. El varón cristiano
que no trata con respeto a la mujer, que no la pone en pie de igualdad con él
en cuanto a derechos, respeto, oportunidades de crecimiento y progreso
personal; que no la concibe a la par suya; no merece llamarse cristiano y
tendrá que responder ante Dios por su conducta inapropiada.
Lo mismo corre para cualquier hombre, sea cual fuere su
credo, que se precie de integro y respetable y no actúe en consecuencia
respecto de la mujer.
Pero de ahí a atacar a la institución matrimonial o
familiar, fomentando una "lucha de géneros" y diseminando odios, lo
que se logra es dividir, destruir y en poco se defiende a la mujer.
Tal vez no exista mayor y mejor declaración respecto de los
deberes de un varón que la que formuló Pablo: " Maridos, amad a vuestras
esposas, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por
ella".2
● La intolerancia parece despertar en muchos sectores el
único recurso de reafirmación personal, cuando en realidad soslaya una falta de
autoestima sublime.
Nadie tiene el derecho a discriminar, a perseguir y
menospreciar al que es distinto. Éste es un principio que debe vivirse en ambos
sentidos.
● La oposición entre lo "políticamente correcto" y
lo "moralmente apropiado" en realidad es una excusa para ningunear la
moral y justificar una opinión manipulada, que esconde el repudio hacia toda
moral que se le oponga.
He citado algunos ejemplos para ilustrar cómo el abandono de
los valores básicos sobre los cuales se han edificado nuestras sociedades ha
llevado a un estado de decadencia que es apreciado por muchos como un logro,
una superación libertaria; un triunfo que no es otra cosa que una victoria
pírrica donde, como sociedad, hemos perdido mucho más de lo que creemos haber
ganado.
No es llamando a lo malo bueno, y a lo bueno malo3
que se van a resolver los problemas de nuestros días.
(1) Eclesiastés 8:11
(2) Efesios 5:25
(3) Isaias 5:20
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