UN COMPAÑERO FIEL
Nunca he podido verle con mis ojos fijos puestos en él, pero he sentido su presencia a mi lado buena parte de mi vida mientras me tocaba caminar por senderos ya transitados, o por lugares nuevos que desafiaron mis ansias de crecimiento, y llenaron mi vida de nuevos conocimientos.
Me ha ayudado a no tropezar, ni a caer en trampas que
acechaban en mi derredor. Ha sido mi fiel compañero, una guía firme mientras
los años agregaban experiencias y madurez a mi historia personal.
Me ha dado abrigo en los tiempos en que la frialdad del
mundo trataba de envolverme. Aunque tuve que andar solo muchas veces, él
siempre reaparecía en mi vida, asegurándome que su compañía nunca me faltaría.
Aprendí a conocerle al sentir su cálida influencia dentro de
mi ser. Sabía que toda tempestad que me tocara vivir no sería para siempre, y
que se desvanecería no bien viniese en mi socorro.
Gracias a él pude disfrutar de las bondades de la
Naturaleza, pues ellas se presentaban ante mi como un fruto deleitable de su
generosidad. Todo el reino animal y vegetal que me rodeaba resultaba un
testimonio viviente de su poder. Mi vida entera le debía sin que nada me
reclamase
Aunque muchos le veneraban, yo sentía que tenía con él una relación
muy personal.
Es curioso cómo existen hombres que andan a tientas por el
mundo negando sus milagros, procurando alimentar el orgullo y buscando imponer
una imaginaria superioridad sobre los demás, creando todo tipo de argumentos
para justificar su natural debilidad: la de ignorar lo más elemental, la
esencia misma de la vida. Se creen sabios según su propia opinión; y no son
capaces de reflexionar cuánto dependen de él, de lo maravilloso de su presencia
invisible a los ojos naturales.
¿Qué ocurriría si un día el sol dejara de brillar? Sin
embargo, no pocos ignoran desdeñan su valor y van por la vida ignorándolo.
Otros, en cambio, agradecen su calor y su luz, y procuran envolverse en él.
Así también, quien conoce a su Salvador, siente su amor, le
busca y está dispuesto en su corazón a vivir siempre en armonía con Él. Le
tendrá por compañero como un Sol que le proveerá de vida plena y paz.
"El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le
amará, y vendremos a él y haremos morada con él...
La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo
la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo."1
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