EL MAESTRO
Tengo frente a mí la foto de un bello atardecer a orillas del mar, la cual escogí como fondo de pantalla de mi ordenador. A través de las nubes se cuelan los rayos del sol como un paraguas de luminiscencia. Se percibe también el sol que irá a hundirse inexorablemente en el horizonte; en tanto las tranquilas aguas del mar lamen las arenas de la playa como paladeando su sabor a manjar delicioso e interminable. Se desliza de la imagen un silencio que subyuga por un momento todas mis preocupaciones, y envuelve mi alma en esa paz que intuyo que subyace en la felicidad eterna. La Naturaleza, que por momentos sabe desplegar toda su furia de aquí para allá, como para recordarnos que la vida transpira también oposición, es lo suficientemente sabia como para regalarnos tiernas estampas de belleza y sosiego que curan el espíritu afligido; el cual debería saber valerse de momentos como esos para recuperar su aliento y restablecer su equilibrio. Sufrimos oposición en todas las cosas. Aparente