VIVIMOS EN PELIGRO

Leer los medios de prensa puede terminar resultando una experiencia traumatizante. No vale la pena detenernos en el panorama que se nos presenta a través de la lectura de las noticias, de las visitas a las redes sociales o del vistazo que echemos a las ofertas de la industria del entretenimiento.

Indudablemente existen cosas que rescatar. No todo es sombrío. Pero un mero análisis de los contenidos ofrecidos puede dar un panorama clarificador de cuánto ha cambiado -en muchos aspectos, retrocedido - el mundo en que vivimos.
No se trata de ser pesimista. Se trata, ante todo, de conocer de primera mano la realidad y actuar en consecuencia. No es bueno cerrar los ojos, o buscarse una jaula de oro donde escapar de la realidad. Lo cierto es que vivimos en peligro.
La prudencia es buena compañía. La prevención es mejor defensa que la reparación. Estar informados y pertrechados contra el caos que se cierne sobre nuestro presente nos asegura de manera más eficaz las probabilidades de alcanzar un futuro seguro. Seguro para nosotros y seguro para nuestros hijos.
La diligencia que pongamos en levantar murallones alrededor de nuestros hogares; el empeño que pongamos en ceñirnos con las medidas de protección más eficaces; y la convicción de saber que estamos haciendo todo lo que esté a nuestro alcance para preservar nuestros valores y nuestras familias, deben marcar el rumbo de nuestras acciones, el sentido de nuestra voluntad.
Cuán cierto resulta el consejo de Jesús cuando -hablando acerca de Sus enseñanzas- sentenció:
"A cualquiera, pues, que me oye estas palabras y las hace, le compararé a un hombre prudente que edificó su casa sobre la roca.
Y descendió la lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos y azotaron aquella casa; pero no cayó, porque estaba fundada sobre la roca."1
(*) Mateo 7: 23-24

Comentarios