MI GALERÍA DE CITAS NOTABLES (I)
Las Escrituras y las palabras inspiradas de los profetas
modernos nos dan la guía que necesitamos para navegar entre las turbulentas
aguas del mundo actual. A medida que nos acercamos al gran día de la Segunda
Venida del Señor, veremos que no solo la obra de Dios se expandirá hasta llegar
a todos los rincones del planeta, sino que la oposición y el pecado lo harán
también, llegando a compararse con los que prevalecieron en los tiempos de Noé1.
El apóstol Pablo aconsejó a Timoteo tomar las Escrituras
como la medida para discernir lo que es correcto de lo que es falso. Al
respecto le dijo:
“Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste,
sabiendo de quién has aprendido;
“y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras,
las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo
Jesús.
“Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar,
para reprender, para corregir, para instruir en justicia,
“a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente
instruido para toda buena obra.”2
A lo largo de los Sagrados Escritos y por boca de los
siervos escogidos se han dado a conocer muchas grandes verdades para bien de
los que creen. Los ejemplos de entereza, de virtud, de fortaleza ante la
adversidad, de firmeza ante la tentación nos llegan de la mano de los anales
conservados a través de los milenios. En los últimos días, al dar a conocer Su
prefacio para el libro de Doctrina y Convenios, el Señor fue categórico al
afirmar:
“Lo que yo, el Señor, he dicho, yo lo he dicho, y no me
disculpo; y aunque pasaren los cielos y la tierra, mi palabra no pasará, sino
que toda será cumplida, sea por mi propia voz o por la voz de mis siervos, es lo
mismo.”3
De manera que es como si el Señor mismo nos hablase
directamente a cada uno de nosotros. Al prestar atención a Sus palabras, sea
que nos vengan al corazón, las leamos de los libros canónicos o las escuchemos
por boca de Sus profetas, estaremos poniendo los cimientos de nuestra felicidad
presente y “la esperanza de un mundo mejor, sí, aun un lugar a la diestra de
Dios”4.
En lo personal, he encontrado una serie de declaraciones
sagradas que me han servido para perseverar ante las dificultades y encontrar
consuelo y guía para mi vida. En lo que sigue, compartiré algunas de ellas con
la esperanza de que también puedan serlo en la vida de otras personas.
Pertenecen a “mi galería personal de citas notables”.
1.- Iré y haré lo que el Señor ha mandado...5
Tal vez 1 Nefi 3:7 sea el versículo más conocido del Libro
de Mormón y, de así serlo, sin duda lo merece pues la declaración de Nefi en
respuesta al petitorio de su padre conlleva uno de los ejemplos más notables de
fe y compromiso del que se tenga registro.
Su respuesta asombra por su simpleza y profundidad. Si el
mandato viene de Dios, ¿cómo podrían resultar los acontecimientos de otra
manera que no fuera coronados con el éxito si se sigue la vía que Él haya
preparado para cumplir con Su voluntad? Parece de Perogrullo; sin embargo,
¿cuántas veces dudamos en seguir adelante porque no vemos una salida en el
horizonte? A veces nos parecerá imposible que sobrellevemos la carga, que
soportemos el dolor, que encontremos los recursos o la ayuda requerida, que
lleguemos a ver otra vez el sol cuando estamos rodeados de tinieblas. El
testimonio de Nefi es fiel. Debemos aplicarlo en nuestro provecho y no
desmayar.
2.- Porque es preciso que haya una oposición en todas las
cosas.6
Nuestra naturaleza nos lleva a desear que en todo nos vaya
bien y que nuestra experiencia terrenal se vea libre de adversidades y
sufrimientos; o al menos, que nuestras experiencias desagradables estén
minimizadas. Luego chocamos con la realidad. Estamos en una etapa de probación7
y no podemos escapar a las dificultades. Lehi nos recuerda esta condición y
todavía resalta que la oposición es en todas las cosas. Cuanto más
temprano tomemos consciencia de nuestras circunstancias, tanto mejor preparados
estaremos.
Siempre que recuerdo esta frase de Lehi viene también a mi
memoria la admonición de Pablo mencionada en el Artículo de Fe 13 (“hemos
sufrido muchas cosas, y esperamos poder sufrir todas las cosas”) y la promesa
de que “no (n)os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel
es Dios, que no (n)os dejará ser tentados más de lo que pod(amos) resistir,
sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que pod(amos)
soportar”8.
3.- Y mi alma tuvo hambre...9
En ocasiones podemos llegar a pensar que nuestras oraciones
serán contestadas inmediatamente con solo pedir lo que necesitamos. En otras,
que bastará con el esfuerzo de abrir nuestra boca pidiendo Su ayuda y ésta
vendrá prestamente. El ejemplo de Enós nos enseña que debemos pagar un precio
por las bendiciones que buscamos, si es que es la voluntad del Señor
otorgárnoslas.
Enós nos habla del hambre que sintió por acercarse al Señor;
del esfuerzo que potenció sus ruegos y la persistente súplica que lo llevó a
pasar todo el día y hasta la noche orando. ¿Cómo son nuestras oraciones? ¿Se
parecen a las de Enós?
4.- La maldad nunca fue felicidad.10
No importa de qué ropajes se vista. Podrá ser popular y
hasta disfrazarse de inocente pasatiempo. Vendrá acompañado de la presión de los
“amigos” o de las modas. Se presentará como una verdad científicamente
comprobada o un concepto “bien intencionado”. Podrá ser socialmente correcto o
una tendencia vanguardista... pero “lo que no edifica no es de Dios, y es
tinieblas”11.
Su fin es la infelicidad.
5.- Pero yo y mi casa serviremos a Jehová.12
Vivimos inmersos en un gran mercado que lucha por llamar
nuestra atención para que consumamos sus falacias y engaños. Vivimos acosados
por los medios de comunicación que nos bombardean con imágenes e información
mundanas; rodeados por un afán materialista y vano; recibiendo permanentes
ofertas para malgastar nuestro tiempo y energías en placeres pasajeros y en
actividades intrascendentes o dedicando muchas horas del día para proveer el
legítimo sustento de nuestra casa. Todo ello compite con nuestras necesidades
espirituales y nuestros deberes de servir a Dios y a nuestros semejantes.
El exhorto de Josué retumba a través de los tiempos y nos
invita a poner a Dios en primer lugar, condición esencial para lograr la paz y
nuestra salvación. “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu
alma y con toda tu mente. Éste es el primero y grande mandamiento.”13
6.- Habla, que tu siervo escucha.14
Dicen que nuestro Padre Celestial nos dio una boca para
hablar y dos oídos para escuchar. El joven Samuel hizo muy bien en seguir el
consejo de Elí respondiendo a Jehová con esta simple frase: “Habla, que tu
siervo escucha”. Nuestras oraciones deben incluir un tiempo para escuchar Sus
respuestas, si es que Él desea comunicarnos Su voluntad. Deben ser expresadas
en un espíritu de reverencia y humildad, “con verdadera intención”15;
es decir, con la disposición de obrar luego de acuerdo a la respuesta recibida,
aunque no sea la que esperábamos.
Debemos aprender a escuchar. De lo contrario, ¿cómo
entenderemos la “voz apacible y delicada”16 de Jehová?
7.- Si el profeta te mandara alguna a gran cosa, ¿no la
harías? ¡Cuánto más si sólo te ha dicho: ¡Lávate, y serás limpio!17
Este fue el consejo de los criados del general Naamán cuando
éste se enojó y estaba por volver a su país, ofendido porque el profeta Eliseo
le hubiese mandado simplemente lavarse siete veces en el Jordán para sanar de
su lepra.
A la distancia, sabiendo que Eliseo era un hombre de Dios,
nos puede resultar incomprensible la actitud de Naamán. Sin embargo, cuando el
profeta nos aconseja hacer nuestras noches de hogar para fortalecer a nuestra
familia, pagar un diezmo justo para escapar a las devoradoras crisis económicas,
tener un plan de bienestar adecuado, etc., ¿recordamos el consejo de los
criados de Naamán? ¿O esperamos que caiga maná del cielo como en los tiempos de
Moisés? El Señor nos ha enseñado que “de las cosas pequeñas proceden las
grandes”18.
8.- ¿Pues qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no
lo recibiremos?19
La obra y gloria del Señor es llevar cabo la inmortalidad y
la vida eterna del hombre.20 En ese contexto, todo lo que Él hace
por nosotros es para nuestro bien; aún lo son las pruebas que nos manda.
Ciertamente que padecemos por causa de nuestros pecados, de nuestra frágil
condición de seres mortales y por el mal que otros procuren hacernos. Pero
cuando el Señor nos manda pruebas, si las enfrentamos con la actitud correcta,
nos harán progresar.
Job sabía recibir de Dios lo que Él le mandaba, aun cuando
no fuera agradable en principio. “Aquel que de Dios reciba, acredíteselo a
Dios, y regocíjese de que Dios lo considere digno de recibir”21.
Esto debiera valer tanto para las pruebas como para las bendiciones. “Por lo
pronto no pod(emos) ver con (n)uestros ojos naturales el designio de (n)uestro
Dios concerniente a las cosas que vendrán más adelante, ni la gloria que
seguirá después de mucha tribulación. Porque tras mucha tribulación vienen las
bendiciones.”22
9.- Yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los
ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado.23
David desafió al gigante Goliat que estaba poderosamente
armado. La lucha parecía estar a favor del filisteo. Tendemos a pensar que
David le enfrentó con tan solo una honda. No fue así. Le enfrentó con el poder
de Dios y esa fue la razón de su victoria.
Cuando nos toque enfrentar a nuestros enemigos, no importa
cuán grandes sean ni las armas que forjen en nuestra contra, si nos mantenemos
firmes del lado del Señor no prevalecerán; “seamos fieles en guardar los
mandamientos del Señor, pues he aquí, él es más poderoso que toda la tierra.
¿Por qué, pues, no ha de ser más poderoso que [nuestros enemigos] con sus
cincuenta, o aun con sus decenas de millares?”24
10.- Da, pues, a tu siervo a corazón con entendimiento.25
Sabemos que nuestro Padre Celestial nos ama y desea que
seamos felices. Él está dispuesto a otorgarnos las bendiciones que necesitemos
para triunfar en esta esfera mortal y sabe bien cuáles son. ¿Nosotros también
lo sabemos? A la hora de pedirle, debemos meditar profundamente sobre el
propósito de nuestra vida para conocer qué necesitamos realmente para progresar
y cumplir con la medida de nuestra creación.
Salomón nos dio el ejemplo al pedir sabiduría por encima de
todo, pues quien la posee sabe vivir. Sabe qué camino tomar, sabe qué
decisiones tomar, sabe qué le conviene desde un punto de vista eterno. ¡Qué
gozo poder vivir bajo el amparo del Espíritu Santo que nos manifiesta “la
verdad de todas las cosas”26!
1) Véase Mateo 24:37-39
2) 2 Timoteo 3:14-17
3) Doctrina y Convenios 1:38
4) Éter 12:4
5) 1 Nefi 3:7
6) 2 Nefi 2:11
7) Abraham 3:24-26
8) Doctrina y Convenios 88:67
9) Enós 1:4
10) Alma 41:10
11) Doctrina y Convenios 50:23
12) Josué 24:15
13) Mateo 22:37-38
14) 1 Samuel 3:10
15) Véase Moroni 10:4
16) Véase 1 Reyes 19:11-12
17) 2 Reyes 5:13
18) Doctrina y Convenios 64:33
19) Job 2:10
20) Moisés 1:39
21) Doctrina y Convenios 50:34
22) Doctrina y Convenios 50:3-4
23) 1 Samuel 17:45
24) Véase 1 Nefi 4:1
25) 1 Reyes 3:9
26) Moroni 10:5
Comentarios
Publicar un comentario
No promovemos ni aceptamos controversias en nuestro blog, siendo nuestro propósito es unir corazones, pues "no es [la] doctrina [de Cristo], agitar con ira el corazón de los hombres, el uno contra el otro; antes bien [Su] doctrina es esta, que se acaben tales cosas."